Suceso sociológico en Francia, donde veinte millones de espectadores la vieron para convertirse en la cinta con más boletos vendidos en la historia de esa pantalla y mutar progresivamente en objeto de adoración dentro del público medio, tal hecho pudiera tener la lectura bisémica de haber sido constatada por el espectador la eficacia hilarante de esta comedia de tipos dispares y a la vez representar una suerte de exorcismo mental colectivo para semilibrarse allí de los demonios fijados durante la era Zarkozy en su subconsciente contra los diferentes, excluidos, inmigrantes: ese otro “multicultural” del cual la cofronteriza Merkel renegó a voz abierta. Aunque ella no invadió Libia.
Intocables (Eric Toledano y Olivier Nakache, 2011) forma parte de ese ya demasiado expandido tipo de películas idílicas con mensajes presuntamente edificantes de relaciones sentimentales