La
tergiversación de la historia y el montaje desvirtuado del presente, con
arreglo a intenciones propagandísticas y abiertas manipulaciones ideológicas
que intentan inocular a millones de espectadores los postulados políticos del
sistema al cual responden, representan elementos inherentes al audiovisual
facturado en EE.UU, desde su surgimiento hasta la actualidad.