lunes, 20 de octubre de 2014

Sarcarsmo de gran escena en filme de Stephen Frears


De olvidarnos de algún telefilme o documental puntuales, es La señora Henderson presenta (Mrs. Henderson presents, 2005), en la cual volvió al género de la comedia -no explorado desde un lustro atrás, en Alta fidelidad-, la primera obra de relieve del realizador británico Stephen Frears luego de afincarse, diz que definitivamente, en Inglaterra después de Negocios entrañables (Dirty Pretty Things, 2003). Este director supo consolidar una, vista en sentido general, fructífera carrera a caballo entre Londres y Hollywood por conducto de comprometidas películas independientes de modesto presupuesto filmadas en Europa (Café Irlandés, Mi hermosa lavandería, Samy y Rosie van a la cama, Ábrete de orejas, La camioneta) y grandes producciones estadounidenses (la insuperable Amistades peligrosas, el noir Los timadores, y ese par de fiascos nombrados Mary Reilly y Héroes por azar).

Quizá los comienzos en el teatro de Frears influyeron de manera notable en su pulso exquisito en la conducción de actores, marca de fábrica de su cine como lo fuera igual el sello del creado por John Ford, el director a quien siempre más admiró. Esa cualidad sobresaliente de una obra conjunta donde otro de los rubros distintivos es el del guión -ha llegado a sostener que “es lo único que importa en una película- se explicita de forma marcada en La señora Henderson presenta: filme que da pie a una de las confrontaciones actorales más airosas de los últimos años en la pantalla sajona, la que aquí sostienen esa dama todo donaire de la escuela de interpretación británica llamada Judi Dench y el también grandioso, y finado, Bob Hoskins.
La Dench personifica a un personaje real de la burguesía londinense que, en plena invasión fascista al archipiélago europeo, mantuvo abierto, contra lo que el país entero supuso, un famoso teatro de variedades en el cual salieron tal cual vinieron al mundo las primeras bailarinas nudistas de las tablas británicas. Dicha señora, expresión modélica de la perseverancia, puso en vilo a la nación casi de la misma forma que las bombas de la aviación alemana.
Pero más que aferrarse a cada recoveco de la historia verídica de aquella mujer, Frears orquesta un clásico relato de personajes dentro de un guión chispeante que destila en cada línea no solo fervor por el mundo del teatro, sino una absoluta simpatía hacia la gente de este mundo que sigue fijo su rumbo sin importarle un chelín cuántos haya en el camino con la intención de impedírselo. Filme de actores, La señora Henderson presenta permite a Judi Dench componer un rol maravilloso en esa cuerda irónica, mofesca, sardónica que ella suele cruzar y ahora lo hace en pleno equilibrio de todas sus condiciones histriónicas. Esta es una película para gozarla a ella en el pináculo de una carrera que creo siempre ha estado sobre cimas. Dueña de la escena, se identifica totalmente con un personaje que le va como el puré al ostión, del cual extrae áureos matices al labrarlo con una distendida gama de registros y variedad de tonos dramáticos. A su lado, Bob Hoskins no es mera contrapartida, sino parigual que por momentos llega a empinarse a la cumbre vecina, no desmereciendo en un rol compañero que a cualquier otro actor bien le hubiera quedado grande.
La señora Henderson presenta es una comedia llena de sutilezas y también de sabroso sarcasmo británico que da la posibilidad de apreciar una de las más ricas transformaciones de esa camaleona de la escena británica apellidada Dench, en interpretación tan deliciosa como no se veía ninguna desde que la norteamericana Annette Bening fuera Julia, una mujer seductora para el húngaro Istvan Szabó. Curiosamente, otra película ambientada en el universo del teatro y en otra de las personalísimas figuras que en su órbita giraran. 

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