De olvidarnos de algún telefilme
o documental puntuales, es La señora
Henderson presenta (Mrs. Henderson presents, 2005), en la
cual volvió al género de la comedia -no explorado desde un lustro atrás, en
Alta fidelidad-, la primera obra de relieve del realizador británico Stephen
Frears luego de afincarse, diz que definitivamente, en Inglaterra después de Negocios entrañables (Dirty Pretty Things, 2003). Este
director supo consolidar una, vista en sentido general, fructífera carrera a
caballo entre Londres y Hollywood por conducto de comprometidas películas
independientes de modesto presupuesto filmadas en Europa (Café Irlandés, Mi
hermosa lavandería, Samy y Rosie van a la cama, Ábrete de orejas, La camioneta)
y grandes producciones estadounidenses (la insuperable Amistades peligrosas, el
noir Los timadores, y ese par de fiascos nombrados Mary Reilly y Héroes por
azar).
Quizá los comienzos en el teatro
de Frears influyeron de manera notable en su pulso exquisito en la conducción
de actores, marca de fábrica de su cine como lo fuera igual el sello del creado
por John Ford, el director a quien siempre más admiró. Esa cualidad
sobresaliente de una obra conjunta donde otro de los rubros distintivos es el
del guión -ha llegado a sostener que “es lo único que importa en una película-
se explicita de forma marcada en La
señora Henderson presenta: filme que da pie a una de las confrontaciones
actorales más airosas de los últimos años en la pantalla sajona, la que aquí
sostienen esa dama todo donaire de la escuela de interpretación británica
llamada Judi Dench y el también grandioso, y finado, Bob Hoskins.
La Dench personifica a un
personaje real de la burguesía londinense que, en plena invasión fascista al
archipiélago europeo, mantuvo abierto, contra lo que el país entero supuso, un
famoso teatro de variedades en el cual salieron tal cual vinieron al mundo las
primeras bailarinas nudistas de las tablas británicas. Dicha señora, expresión
modélica de la perseverancia, puso en vilo a la nación casi de la misma forma
que las bombas de la aviación alemana.
Pero más que aferrarse a cada
recoveco de la historia verídica de aquella mujer, Frears orquesta un clásico
relato de personajes dentro de un guión chispeante que destila en cada línea no
solo fervor por el mundo del teatro, sino una absoluta simpatía hacia la gente
de este mundo que sigue fijo su rumbo sin importarle un chelín cuántos haya en
el camino con la intención de impedírselo. Filme de actores, La señora Henderson presenta permite a
Judi Dench componer un rol maravilloso en esa cuerda irónica, mofesca,
sardónica que ella suele cruzar y ahora lo hace en pleno equilibrio de todas
sus condiciones histriónicas. Esta es una película para gozarla a ella en el
pináculo de una carrera que creo siempre ha estado sobre cimas. Dueña de la
escena, se identifica totalmente con un personaje que le va como el puré al
ostión, del cual extrae áureos matices al labrarlo con una distendida gama de
registros y variedad de tonos dramáticos. A su lado, Bob Hoskins no es mera
contrapartida, sino parigual que por momentos llega a empinarse a la cumbre
vecina, no desmereciendo en un rol compañero que a cualquier otro actor bien le
hubiera quedado grande.
La señora Henderson presenta es una comedia llena de sutilezas y
también de sabroso sarcasmo británico que da la posibilidad de apreciar una de
las más ricas transformaciones de esa camaleona de la escena británica
apellidada Dench, en interpretación tan deliciosa como no se veía ninguna desde
que la norteamericana Annette Bening fuera Julia, una mujer seductora para el
húngaro Istvan Szabó. Curiosamente, otra película ambientada en el universo del
teatro y en otra de las personalísimas figuras que en su órbita giraran.
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