Varias películas se han detenido en cuanto va del siglo a
escudriñar la escena política norteamericana, destacándose (de forma
temporalmente cercana a la hoy comentada) entre ellas Primary Colors, de Mike Nichols o Wag the Dog, de Barry Levinson. La candidata (The Contender, 2000), debe incluirse en
esa no muy auspiciosa lista, pese a ser en la actualidad una pieza muy poco
recordada.
El cargo de vicepresidente de los Estados Unidos queda
vacante. Hay un gobernador con altos
niveles de popularidad, a raíz de
adentrarse en un río para intentar salvar a una accidentada.El hombre (William
Petersen) está en boca de la nación. Los políticos lo apoyan. Pero el presidente lo convoca a su oficina, y
le dice que la hora histórica y su estrategia de acción demandan otra
cosa. El mandatario piensa en una mujer
para ocupar el puesto, específicamente en una senadora de su Partido, el
Demócrata.
Nunca antes en la historia alguna representante del
sexo femenino se había desempeñado en tan altas funciones. De entrada, casi
nadie está de acuerdo, y el líder del Congreso, del ala republicana, lo
desaprueba fervientemente. Aparecen ahora unas fotos que supuestamente
comprometen a la nominada en una orgía juvenil de los tiempos de la
universidad. Se entablan sesiones en la
Cámara para interrogar a la candidata. Ella (Joan Allen), por dignidad, ni
niega ni asiente, aunque al final sepamos que había sido acusada
injustamente. Lo que intenta demostrar
que la vida privada de cada quien le pertenece a cada quien, y que alguien que
ha llegado adonde sí no debe darle explicaciones a políticos arcaicos y
conservadores incapaces de aquilatar el valor de una mujer.
A punto del desenlace, el presidente (Jeff Bridges),
con lógico apoyo, desenmascara la turbia encerrona republicana, comprueba el fraude cometido por el gobernador
(quien negoció con la mujer, que finalmente se ahoga, el salvamento falso del
río) y hace una electrizante defensa de la senadora ante el Congreso, que pone
en vilo al recinto.
La película, en última instancia, es portadora de una
propuesta argumental interesante, original. Está estupendamente narrada y
editada, y cuenta con unas actuaciones soberbias de Allen y Bridges (ambos
nominados al Oscar 2001 en virtud de las dos interpretaciones). La
interiorización psicológica del personaje de Allen resulta harto bien resuelta,
y la construcción dialogística sin dudas conllevó un certero trabajo de
escritura.
La
candidata se ve bien, la trama envuelve. Aunque exista de
nuestra parte contradicciones ideológicas con parte de lo enunciado, en nada
impide ello que reconozcamos que incluso tiene su pizca de osadía en un
contexto tan ultraconservador como el estadounidense esto de la mujer
vicepresidenta (en la fecha del filme, aclaramos: en el contexto real hoy se
rebasa con la Clinton a punto de postularse, o no, para la presidencia por los
demócratas, y en el fictivo con Veep
o la cuarta temporada de House of Cards,
entre otras).
Sin embargo, el filme se resiente por la manera pueril
en que conciben ciertas actitudes y acciones de representantes de la alta
jerarquía política nacional; por ese final efectista en que Jeff Bridges deja a
todo el mundo con la baba cayéndosele al oír su discurso a favor de la
candidata; por la apuesta que hacen las figuras claves de su equipo de
realización, de filiación demócrata como buena parte del Hollywood moderno, por
investir de un halo mágico de bondad, sapiencia, corrección a los
representantes de su banda, y de manera estereotipada, embestir al partido
contrario, por la figura de su líder.
Este personaje, encarnado por Gary Oldman, se
prefigura monocolor, y tanto se maquiaveliza, que bordea la caricatura, pese al
notable esfuerzo del actor por sacarlo a flote a partir de su pericia y de
ciertas aristas configuradas con acierto.
Oldman incluso llegó a entablar pleito con DreamWorks,
la compañía fundada por Spielberg que corrió a cargo de la producción, por
haberle prometido algo no cumplido, en tanto en el montaje muchas escenas que
contribuían a una caracterización más integral de su personaje fueron suprimidas.
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