viernes, 13 de mayo de 2016

Ahora sí, antes no: filigrana de Hong San-soo



El tiempo, el deseo, el amor, el decurso de la vida, la forma en que la sutileza cómo es enfocado un objetivo/proyecto puede reconfigurar su potencial resultado  y de qué raros modos la memoria afectiva o las mismas emociones e ideas en torno a cómo debieron ser y no fueron las cosas recolorean la dimensión real de los hechos vividos: o sea, en otras palabras, varias de las recurrencias temáticas proclives a zigzaguear por los relatos de Hong San-soo, son retomadas en su Ahora sí, antes no (2015).

Esta pieza de orfebrería en clave minimal, íntima, personal en derredor a una pareja (él, director de cine; ella, artista visual) que se encuentra durante el escaso lapso de 24 horas  en una localidad del interior de Corea del Sur para, entre ambos, componer un posible bosquejo de las tantas sinfonías cotidiano-románticas de la existencia, te suma a su historia y te sumerge en ella, cual compañero de viaje de un trayecto donde la profunda sencillez de la raza es fílmicamente trazada mediante la sencilla profundidad de saber contar cine.
Hong San-soo, entre los principales directores asiáticos del siglo en curso e indudable maestro del cine coreano, versifica la poesía litúrgica del azar y, a la manera de una canción de Serrat y Sabina, lo reviste de majestuosa entidad, en antídoto idóneo contra la planimetría de los deseos y los anhelos prefabricados.
Ahora sí, antes no es una delicada pieza de orfebrería gestada por un cultor del arte de la filigrana, cuyas confluencias con la anterior En otro país (y bien visto, con casi toda su obra) no le resta ni pizca de su ínsito acto de alumbramiento, en tanto nuevo parto de fe de un esteta de la fluencia cinematográfica, los tempos, la cadencia. No hay peligro ante los pactos apurados de muerte para la pantalla, mientras sigan existiendo realizadores como Hong San-soo y películas como esta.

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