A Nomadland (Chloé Zhao, 2020) debe ponderársele el mérito mayor de representar, en la historia del cine norteamericano, una de las películas que mejor han sabido seguir (y construir) a un personaje en su camino hacia la búsqueda de la libertad interior, esa cuando el alma se independiza de casi toda suerte de ataduras y halla la paz en el silencio, el viento, la tierra, el esplendor de un paisaje que supone la expresión tangible de la divinidad, en servir o siquiera acaso escuchar al prójimo, en las aparentes pequeñas cosas entregadas de forma gratuita por la vida cada día, en la atención a los detalles. Como la encuentra Fern (Frances McDormand), en su existencia nómada de caravanas rodantes por desiertos, pueblos rurales, campamentos y carreteras perdidas de ese Estados Unidos semilunar, en las antípodas de las postales turísticas y el imaginario definido por Hollywood a través de un siglo.
sábado, 20 de febrero de 2021
Nomadland
A Nomadland (Chloé Zhao, 2020) debe ponderársele el mérito mayor de representar, en la historia del cine norteamericano, una de las películas que mejor han sabido seguir (y construir) a un personaje en su camino hacia la búsqueda de la libertad interior, esa cuando el alma se independiza de casi toda suerte de ataduras y halla la paz en el silencio, el viento, la tierra, el esplendor de un paisaje que supone la expresión tangible de la divinidad, en servir o siquiera acaso escuchar al prójimo, en las aparentes pequeñas cosas entregadas de forma gratuita por la vida cada día, en la atención a los detalles. Como la encuentra Fern (Frances McDormand), en su existencia nómada de caravanas rodantes por desiertos, pueblos rurales, campamentos y carreteras perdidas de ese Estados Unidos semilunar, en las antípodas de las postales turísticas y el imaginario definido por Hollywood a través de un siglo.