domingo, 24 de abril de 2016

Palmeras en la nieve, arcaico culebrón



Catálogo inacabable de cuanto ya no puede hacerse en el cine, Palmeras en la nieve (Fernando González Molina, 2015) producto cinematográfico rodado mediante el televisivo espaldarazo financiero de Atresmedia, forma parte de una pantalla fosilizada, caduca, de formas expresivas gastadas por el tiempo y una gramática narrativa con sesenta años de retraso.

Intento de melodrama clásico en formato mastodóntico, resultan insufribles las casi tres horas de un metraje cuyo abotargamiento solo resulta menguado merced a las bellísimas tomas capturadas en la Guinea Ecuatorial donde transcurre, en dos planos temporales ( el presente mucho peor que el primero, ya deprimente) esta historia de amor de tufillo neocolonialista.
Sergio G. Sánchez, el guionista de un excelente filme de terror español como El orfanato y del blockbuster catastrofista Lo imposible, se ahíta de la novela homónima y gesta kilométrica parrafada fílmica, perfectamente gestionable en hora y media menos de duración. Grata sorpresa, luego de casi convertirnos en ancianos viendo la película, la linda voz de Pablo Alborán cierra los créditos, a través del tema musical del mismo nombre. Algo palia, entonces, la contaminación sonora provocada por una banda meliflua y recargada.
Tercero y más malo de los largometrajes hechos por González Molina al servicio de Mario Casas, es contentivo de personajes y de actuaciones que provocan la más descarnada vergüenza ajena. Uno de ellos el compuesto por Adriana Ugarte. Cuando le canta a Ramón Barea al final en dialecto guineano da ganas de estar privados del sentido de la audición. De matar las escenas lúbricas bajo las cataratas y posterior samaritano playero con el africano que la trata a patadas, en esa suerte de tour de indagaciones raigales -¿ o de turismo sexual?- de la españolita.
Películas como Palmeras en la nieve enlodan una pantalla nacional que produce decenas de buenas películas al año, la mayor parte de ellas sin embargo carentes de la incesante campaña publicitaria autoofrendada por Atresmedia previo al estreno de esta mamarrachada.

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