viernes, 8 de abril de 2016

Techo y comida: magnífico filme sobre la crisis en España



Corrientes genéticas subterráneas de neorrealismo italiano y otras no tan subyacentes de cine social británico alla Loach/Leigh y del formato Guediguian temprano, ya en Francia, más algo de los belgas Dardenne de Dos días una noche, La promesa y El niño irrigan el dispositivo argumental y hasta la puesta en escena de la película española Techo y comida (2015), verista documento artístico en torno a cómo la crisis económica se cebó con saña y alevosía en los núcleos hogareños más desfavorecidos del arcoíris social español.

La obra del debutante Juan Miguel del Castillo, ganadora del Festival de Málaga, es una pequeña gran película sobre la desolación, la inclemencia de los tiempos y los actos desesperados de una madre separada por salir, infructuosamente, adelante con su hijo, proporcionarle un techo que no puede pagar y una comida a la cual le resulta imposible acceder.
Drama social de hondo calado continuador del camino temático de Hermosa juventud (Jaime Rosales, 2014), está favorecido por la rigurosidad y el ascetismo de una narración hosca al artificio, las galanuras de guion y todo cuanto estorbe al centro focal del relato. Del tal, aquí no se verán subtramas ni personajes innecesarios; tampoco fútiles situaciones de relleno. La película, breve en el metraje, va muy a por su objetivo. Y bien que lo cumple: de forma honesta, directa, con gran economía de recursos, ha hecho un diagnóstico social meridiano de un fenómeno que ha conducido al desahucio, la miseria y al paro a millones de españoles, especialmente a partir de 2012, año donde se centra la historia, en Jerez.
Natalia de Molina, en el rol central de esta madre ninguneada por el sistema, levanta sobremanera la película, mediante una actuación formidable, a tenor con el tono y la cuerda de una experiencia cinematográfica lancinante por cuanto cuenta e inolvidable por cómo lo hace.

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