A cada rato,
la prensa cubana publica líneas sobre la burocracia, verdaderamente kafkianas,
surrealistas, tragicómicas, pletóricas de humor negro, como los avatares de la
sufrida figura protagónica del filme La
muerte de un burócrata (Tomás Gutiérrez Alea, 1966), los cuales pueden
apreciarse un día sí y otro también en disímiles dependencias.