Otro
diagrama ocre sobre la sobrevida en los países del este de Europa tras el paso
al capitalismo configura el largometraje búlgaro Un minuto de gloria, producción fílmica estrenada en Cuba, la cual
ha sido objeto de encomios de la crítica a nivel internacional, merecedora de
premios máximos en los festivales de Gijón y Edimburgo, y que brinda la
posibilidad al espectador nacional de contactar con una pantalla hoy casi ignota,
circulada de forma harto limitada tanto en las carteleras universales como en
las propias.
Cine
social europeo de la mejor pinta con reminiscencias temático-estilísticas de
Ken Loach y los hermanos Dardenne, Un
minuto de gloria, dirigida por Kristina Groscheva y Peter Valzanok en 2016,
es la historia de un pobre tipo que tuvo la mala idea de ser honrado en un país
consumido por la desidia, la mentira, la corrupción institucional y el fraude,
lastres que el filme fustiga sin ambages; de forma más bien casi diríamos que demasiado
directa, solo entendible la insistencia dado el tono de sátira impregnado a lo
que viene a ser a la larga una tragicomedia con todas las de la ley.
Nuestro
Tzanko Petrov (Stefan Denolyubov) es un agente de estación -según la traducción
de Gnula; si bien guardavías resultaría mejor, de acuerdo con el DRAE-, con una
vida de pena, dos meses de retraso en su pago y un mísero salario mensual de
350 levas, quien, durante uno de sus recorridos diarios a pie por las líneas de
los ferrocarriles en busca de alguna tuerca floja en los raíles, se encuentra
al lado de la vía una bolsa con un millón de levas (medio millón de euros).
Suma que el buen hombre, pese a sus penurias y habitar en un cuarto misérrimo
lleno de moscas, tiene la idea de reportar. La acción trasmite la
extraordinaria honradez de este ser humano, cuyo decálogo privado no comulga
con ninguna actitud deshonesta.
Pero,
ya nos los adelantaban -y aquí repiten el enunciado- los mismos directores
Kristina Groscheva y Peter Valzanok en su excelente La lección (2014), en la Bulgaria de hoy no resulta posible ser
honesto, pues tal valor moral puede convertirse en problema en territorio donde
la virtud ha de pedir perdón al vicio.
Tzanko
entrega el dinero y cuanto comienza a partir de ahora es la anuladora odisea
humana de alguien sobrepasado por contexto, respuestas humanas y proceder de
los sectores de poder. El Ministerio de Transporte, sumido en corruptelas y
crisis de diverso tipo a las cuales la película alude desde su mismo inicio,
aprovecha la oportunidad para sacarle partido al singular acto de honestidad
del sujeto, en el intento de venderlo como ejemplo de la limpieza de los
hombres que laboran para esa cartera. Y arman su puesta en escena.
La
campaña de propaganda del Ministerio de Transporte resulta liderada por Julia
Staykova (Margita Gosheva, actriz protagónica también en La lección) cínica y manipuladora jefa de prensa, quien junto a su
jefe y sus subordinados tratan al obrero de los ferrocarriles como un pelele
con quien juegan a su antojo y al que ella convierte en franca cortina de humo
para desviar el foco público de la crisis de corrupción ministerial.
Durante
el acto de entrega de un premio a Tzanko para distinguir su acto -el
reconocimiento consiste en un tonto poema declamado por un chiquillo, cuatro memeces
del Ministro ante el micrófono y un reloj barato que se atrasa-, el tímido y
tartamudo trabajador intenta informarle al titular de Transporte sobre el flagrante
robo del combustible a los trenes y otros males, de los que el dirigente no
quiere saber nada, porque su aparato completo está hundido en el cieno.
Hasta
aquí, en términos argumentales, podría resumirse la primera hora de una
película que se bifurca en la segunda a partir del problema de Tzanko y su
reloj; sí, el reloj viejo suyo que deja en manos de la gente de Julia, a
insistencia de estos, para que se lo guarden antes de recibir el nuevo de parte
del Ministro.
Dedicado
por su padre y por consiguiente provisto de un valor sentimental para el pobrísimo
obrero, el viejo reloj se extravía, debido al desinterés, presumiblemente en
los departamentos del Ministerio. Tzanko, casi sin poder hablar debido a su
gagueo, desesperación, y con apenas unas levas para transportarse a Sofía, hace
hasta lo indecible para recuperarlo. Pero la demoníaca e insensible Julia lo
coge para el trajín y, cual resultado de su injusto proceder, suceden una serie
de acontecimientos que llevarán a este hombre al borde de la muerte y muy
probablemente a la muerte misma a ella a manos del ferrocarrilero, como sugiere
ese fuera de campo epilogar del filme, sin que ninguna escena posterior
desmienta la inducción.
Un minuto de gloria constituye
lancinante parábola de una sociedad enferma, donde muchos le hacen el juego al
poder en su afán de medrar o cuando menos sobrevivir (el personaje co-central
de Julia), y donde lo correcto solo recibe la mofa o el rechazo (de Tzanko se
burlan todos; no solo los jefes, sino también sus compañeros de trabajo,
quienes, como el filme muestra de manera explícita, pueden ser incluso peores
en sus métodos que los primeros).
La
urgencia de alerta de esta película -para nada de interés estrictamente interno
a lo búlgaro y, por el contrario, de carácter muy ecumenista-, induce a que
amerite ser apreciada en diversas partes del mundo, en tiempos cuando son
relativizados o definitivamente olvidados los valores, a favor del pillaje, el
pragmatismo cerval y el provecho inmediato.
Kristina
Groscheva y Peter Valzanok saben que cuanto tienen entre los rollos de su cinta
es angustia a 24 cuadros por segundo; de tal que a lo trágico mixturen lo
cómico, no solo humor negro, destilado entre la misma imagen y los dichos/hechos
de Tzanko, conjuntamente con las zorrerías de Julia. A tal objetivo ayudarán
sobremanera los actores Stefan Denolyubov y Margita Gosheva en su rica defensa
de los dos personajes protagónicos. La Gosheva figura ahora mismo entre las
mejores intérpretes europeas, a criterio del comentarista.
La
pródiga composición de esta actriz, su trabajo gestofacial y la locuacidad
chispeante de su mirada (ella logra aquí fabricar sarcasmo con los ojos, algo
bien difícil de conseguir) opera como un factor de equilibrio y en tanto gozne
fundamental entre las dos ramas representacionales clásicas fundidas en la
obra.
(Publicado originalmente en
el portal de la UNEAC).
PIENSO QUE SI LE HUBIESE IDO TAN MAL A LOS PAISES EX SOCIALISTAS CON EL CAPITALISMO EN NUESTRA TV NACIONAL LO PUSIERAN CADA 5 MINUTOS PARA REMACHARLOSNO TODOS LOS DIAS. PIENSO QUE HAY UE HACER IGUAL QUE VIET NAM , CHINA Y RUSIA QUE SIN DEJAR DE SER SOCIALISTAS-COMUNISTAS HICIERON REFORMAS EN SU ECONOMIA Y LAS HAN SACADO A FLOTE A PRIMER NIVEL
ResponderEliminarNuestra TV nunca ha hecho lo que Ud. dice.
ResponderEliminarNo se habla constantemente de los crímenes en México, Colobia, Brasil, etc. Tal vez debieran hacerlo más, pero están las relaciones diplomáticas...
Estimado lector. Gracias por su visita y comentario. Ni de parrilla de televisión ni de economía política le voy a decir nada, pero lo que sí le puedo asegurar, porque lo he visto en su totalidad, es que el cine rumano, búlgaro, polaco, checo, eslovaco que se está haciendo en la era post-comunista refleja un quebranto moral, un desasosiego espiritual y un derrumbe de valores a nivel social, que algo deberá decir de cuánto está sucediendo allí. Y no creo que estos directores sean de los antiguos Partidos Comunistas ni nada por el estilo, pues varios de ellos son jóvenes.
ResponderEliminarPues cuando los directores, varios de ellos jóvenes CUBANOS, podrán Molina sin los problemas de censura, reflejar el quebranto moral, desasosiego espiritual y derrumbe de valores a nivel nacional en CUBA. La trama seria tristemente parecida y superada.....
ResponderEliminarIrreverente, las ponemos también. Aquí se ve de todo, creo que es el país del mundo que más acceso al cine tiene. Tengo guardada una cantidad de películas tan grande que ni en cuatro vidas podría verlas. Lloro por eso, te lo confieso. Es una verdad que constaté, como mucho antes la de los libros. Aquí se exhiben películas de ese tipo, de viejos y jóvenes. En nuestros cines se pasó Barrio Cuba, del finado maestro Solás, y ahora mismo Sergio y Serguei, de un joven realizador y la que las buenas lenguas decían iban a "censurar". También se exhiben, aunque no tanto como se debiera, películas que hablan de la otra cara de los Estados Unidos, esa de lamento y desolación apreciada en Moonlight, Dixieland, The Florida Project o Lean on Pete, entre otras. Gracias por tu comentario, mis saludos y deseos de éxito.
ResponderEliminar