Los cuatro personajes centrales de Larga distancia -realización respaldada por el ICAIC, el Ministerio de Cultura y la productora independiente Sincover, de estreno nacional-, tienen colocados en la espalda el GPS de la desolación, como un ser quebrado de Álvaro Mutis o cualquier habitante de los relatos de Lucrecia Martel e innumerables escritores o cineastas que identifican su materia prima básica en los conflictos acarreados al ser humano por el agobio, el dolor y la decepción. Son las del filokasdaniano filme de Esteban Insausti (por la recordada Reencuentro, Lawrence Kasdan, 1983: madre intelectual de la pléyade de “películas de amigos reunidos”), tanto las protagónicas como las secundarias, figuras fracturadas, hecha esquirlas emocionales, demolidas interiormente por un peso que las supera y ante el cual nadie nunca pudo hacer mucho a través de la historia: circunstancia, contexto, momento…
martes, 27 de diciembre de 2011
domingo, 4 de diciembre de 2011
Un Sorín en cartucho de género
No es la dama de Hitchcock de 1938, sino un felino casero lo desaparecido por el argentino Carlos Sorín en el que constituye el exponente cinematográfico de su filmografía que, al menos quien escribe, no esperaba proviniese algún día del realizador de La película del rey, Historias mínimas, Bombón el perro, El camino de San Diego y La ventana.
El gran Sorín de los relatos de filigranas, juanes sin tierra entrañables del vientre de la Patagonia, actores no profesionales, canes, ancianos, ultrafánaticos maradonianos quienes viajan cientos de kilómetros con un pedazo de árbol que les recuerda al astro futbolístico, en fin ese Sorín catedrático de la “invisibilidad” se nos descuelga ahora con un ejercicio fílmico de género, en escenarios burgueses.
El gran Sorín de los relatos de filigranas, juanes sin tierra entrañables del vientre de la Patagonia, actores no profesionales, canes, ancianos, ultrafánaticos maradonianos quienes viajan cientos de kilómetros con un pedazo de árbol que les recuerda al astro futbolístico, en fin ese Sorín catedrático de la “invisibilidad” se nos descuelga ahora con un ejercicio fílmico de género, en escenarios burgueses.
martes, 29 de noviembre de 2011
Avisponazos de humor
Surgido en el medio radial durante la década de los '30; trasvasado luego a la pantalla grande en 1940, a comics y series televisivas, es de estas últimas la salida al aire entre 1966 y 1967 con el legendario actor de películas de artes marciales, Bruce Lee, en el papel de Kato, la más inmarcesible dentro de la memorabilia mundial a la hora de recordar a El avispón verde (The Green Hornet).
El director francés Michel Gondry (Human Nature; Eterno resplandor de una mente sin recuerdos; Rebobinados; La ciencia del sueño), tipo singular donde las haya por el enfoque delirante de sus relatos, ha fraguado a través de su adaptación de 2011 del personaje al celuloide -según gran parte de la crítica internacional- “una película por encargo, la cual hace aguas en casi todo su metraje”.
El director francés Michel Gondry (Human Nature; Eterno resplandor de una mente sin recuerdos; Rebobinados; La ciencia del sueño), tipo singular donde las haya por el enfoque delirante de sus relatos, ha fraguado a través de su adaptación de 2011 del personaje al celuloide -según gran parte de la crítica internacional- “una película por encargo, la cual hace aguas en casi todo su metraje”.
martes, 22 de noviembre de 2011
El árbol de la vida, escalado por Terrence Malick
No había germinado del vergel de la pantalla estadounidense, e incluso mundial, plantón fílmico con pinta de clorofila cinematográfica consanguínea a El árbol de la vida (The Tree of Life, 2011) desde hacía muchas primaveras. Quizá desde los mismísimos tiempos de 2001: Una odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968); o Solaris y El espejo (Andrei Tarkovski, 1972-1975). Marciano por su contenido, continente, tempo y decisiones estéticas para el público medio estadounidense, el quinto opus del realizador Terrence Malick ni tiene nada que ver con cuanto elabora la industria ni con lo hecho por nadie hoy día allí. No tanto debido a lo desconcertante de la propuesta, sino por su infinita osadía tendente a trucidar esquemas al eludir los caminos narrativos preestablecidos. En inobsevarlos la película campea, en virtud de sus absolutos cambios de registros tonales, moldes genéricos, puntos de vista del relatante en off, tratamiento e imbricación de lo macro y lo micro en el orden del mundo…
jueves, 10 de noviembre de 2011
La guarida del topo: escarbando en el vacío interior
De El sabor de las cerezas (Abbas Kiarostami, 1997) a WALL-E (Andrew Stanton, 2008) y Veinte años (Bárbaro Joel Ortiz, 2009), pasando por la obra documental de Godfrey Reggio, cierta porción del nuevo cine iraní, coreano y asiático en general, la pantalla está (re) conociendo -una vez más en su historia, si nos acordamos de alguna parte de la factura sesentiana-, la pureza y legitimidad comunicativa del silencio empleadas por el cine mudo.
Los primeros 16 minutos de La guarida del topo (Alfredo Ureta, 2011) son puro cine mudo, aquel al cual no le faltaba la voz sino tenía el silencio, según reza conocido adagio. Como solía hacerse casi un siglo atrás, el realizador de La mirada prescinde de vocalizar, en aras de señalizar. Tal segmento introductorio podría mostrarse en las escuelas de cine en tanto paradigma de fijación de sentidos a partir de la sígnica, la iteración de movimientos/procederes del personaje central, ademanes, liturgias…, si no estuviese sometido a un cuasi asfixiante ejercicio de demostración subrayada de lo anterior.
Los primeros 16 minutos de La guarida del topo (Alfredo Ureta, 2011) son puro cine mudo, aquel al cual no le faltaba la voz sino tenía el silencio, según reza conocido adagio. Como solía hacerse casi un siglo atrás, el realizador de La mirada prescinde de vocalizar, en aras de señalizar. Tal segmento introductorio podría mostrarse en las escuelas de cine en tanto paradigma de fijación de sentidos a partir de la sígnica, la iteración de movimientos/procederes del personaje central, ademanes, liturgias…, si no estuviese sometido a un cuasi asfixiante ejercicio de demostración subrayada de lo anterior.
lunes, 31 de octubre de 2011
La desconocida, thriller de suspenso con ecos sociales (+ Clip y Trailer del filme)
Ganadora de las principales categorías a concurso en los premios David di Donatello 2007, por arriba de la gran favorita de aquella liza -Caos calmo, de Nanni Moretti-, La desconocida (La sconosciuta, Giuseppe Tornatore, 2006: exhibida en la nación como parte del ciclo dedicado al cine musicalizado por Ennio Morricone), pese a no poseer la extraordinaria calidad de su citada contrincante, en modo alguno resulta una película descalificable, según la impugnasen ciertos críticos europeos.
Olvidémonos de la ristra de premios concedida por la Academia italiana (al menos a quien escribe cada día le importan menos los lauros otorgados a las obras fílmicas, porque la historia está cundida de injusticias y “bonches”, desde los Oscar hasta el Festival de La Habana). Estamos ante un largometraje digno de apreciar por otras razones extracurriculares.
Olvidémonos de la ristra de premios concedida por la Academia italiana (al menos a quien escribe cada día le importan menos los lauros otorgados a las obras fílmicas, porque la historia está cundida de injusticias y “bonches”, desde los Oscar hasta el Festival de La Habana). Estamos ante un largometraje digno de apreciar por otras razones extracurriculares.
viernes, 28 de octubre de 2011
Hanna: el experimento guerrero que vino del frío
Hanna (Joe Wrigth, EUA/Inglaterra/Alemania, 2011), aun en calidad de estreno en varias salas de la nación, revienta el suelo en esa finca del cine de acción occidental -no olvidemos que en la escuela asiática se localiza una de sus fuentes madres; sobre todo a partir de Contracara, John Woo, 1997- que en los últimos años ha sabido configurar identificables marcas de agua en películas atractivas, entretenidas, orgánicamente estructuradas, hasta cierto punto cautivantes en su magnetismo o deslumbrantes en su visualidad -y no le busquemos más peras al olmo, porque ni Jung ni Zizek andan trepados en sus ramas. Hablamos dentro de tal comercial vergel, claro, de la expoliada trilogía Bourne; episodios aislados de la franquicia Bond o cintas menos ortodoxas cual la singular El americano (Anton Corbijn, 2010): quizá la primera action movie teológica del siglo con el cordón umbilical colgado al vientre del noir melvilliano (El samurai, 1967).
lunes, 24 de octubre de 2011
Los silencios de Kim Ki-duk
La obra de Kim Ki-duk, uno de los más conspicuos y legítimos representante del nuevo cine surcoreano -mal que le pese a quienes ya abjuraron de sí o a los críticos franceses, tan dados a descubrir autorías pero huraños increíblemente ante su obra-, abre brechas de insospechadas cuan luminosas aperturas hacia un universo de significados que apunta, en primer caso, a la extraordinaria complejidad de las relaciones humanas en la frialdad del mundo moderno.
Sus filmes angustian y apasionan, abruman de incógnitas y desbaratan falsas intuiciones, a través de relatos generadores a dos manos del estupor y la desazón que se agazapan en las capas de sentido de una poética salvajemente lírica y signada por la desconcertante ambigüedad que supone el establecimiento de una portentosa potencialidad dialogística por intermedio de historias donde prima el laconismo casi extremo de sus personajes.
Sus filmes angustian y apasionan, abruman de incógnitas y desbaratan falsas intuiciones, a través de relatos generadores a dos manos del estupor y la desazón que se agazapan en las capas de sentido de una poética salvajemente lírica y signada por la desconcertante ambigüedad que supone el establecimiento de una portentosa potencialidad dialogística por intermedio de historias donde prima el laconismo casi extremo de sus personajes.
Marina: endechas junto al mar
Mediante Marina (Kiki Álvarez, 2011) reaparece en la pantalla cubana el tema del retorno, tras observarlo la cercana Casa vieja (Lester Hamlet, 2010). Asunto inmortal este del arte dramático, la vuelta a casa del hijo pródigo o defectuoso -más le vale tal al cine y la literatura, sobre todo los más recientes-, tiene en el nuevo estreno nacional un abordaje honesto, profundo y conmovedor dentro de un relato que parte de dicha premisa narrativa para, sobre todo, dialogar en torno a la soledad, el dolor, el amor en tanto polea regeneradora y el apego a las raíces, entre otros motivos comunicantes.
Película nada más en apariencia sencilla, los diálogos y soluciones dramáticos de la última obra del autor de La ola (1995) y Miradas (2001) solo pueden construirse a partir de un conocimiento mayor de los resortes activos u ocultos incidentes en el comportamiento, las acciones de la especie.
Película nada más en apariencia sencilla, los diálogos y soluciones dramáticos de la última obra del autor de La ola (1995) y Miradas (2001) solo pueden construirse a partir de un conocimiento mayor de los resortes activos u ocultos incidentes en el comportamiento, las acciones de la especie.
domingo, 23 de octubre de 2011
Thor: el dios del trueno, según Branagh
Surgido en agosto de 1962 (casi en el mismo parto que el mucho más venerado Spider Man) gracias a la omnipresencia de la divinidad marveliana de Stan Lee junto a su hermano Larry Lieber y el dibujante Jack Kirby, en el No. 83 de la revista Journey into mistery, el personaje versión comic de Thor experimenta ahora otro brinco gigante al desplazarse entre las capas de mundos fantásticos que lo transportaron de quintaesencia de la mitología nórdica/germana a pasto de historieta, hasta carne ya de superproducción fílmica merced al filme homónimo del shakesperiano realizador británico Kenneth Branagh a estrenarse estos días en las salas cubanas.