domingo, 31 de julio de 2016

El alcalde, el reguetonero y Pablo Escobar



La agencia francesa de prensa AFP trae en sus despachos semanales dos informaciones que en última instancia ilustran la dualidad de la especie humana, debatida entre quienes viven para servir, que dijera Francisco, y los que viven para obstruir, que acotásemos acá. Así, el alcalde de Asotthalom, localidad de 4 mil habitantes ubicada en la frontera de Hungría con Serbia, caza migrantes con su milicia nocturna, y se ufana de ello en ese mausoleo del egoísmo idiota llamado Facebook. Por si no fuera poco ya con la infinidad de desgracias padecidas en su lugar de residencia, durante la travesía y en el (los) espacio final de destino, los refugiados -causa directa de la depredación bélica imperialista en África y Medio Oriente-, también deben protegerse de estos nietos de los colaboracionistas de Vichy, neonazis muy parecidos a los cazadores de mexicanos de la frontera de dicha nación con EE.UU. Mientras el gobernador de Asotthalom actúa de manera tan denigrante, su colega de Medellín, Colombia, ha tenido un gesto de dignidad, el cual debe concitar elogio, pues no suele abundar en estos días. Como igual refiere AFP, el viernes 29 de julio de 2016 el reguetonero puertorriqueño J Álvarez se presentó en el concierto inaugural de la Feria de las Flores, espectáculo de dicha ciudad, vestido con un pulóver alusivo al peor capo de la historia del narcotráfico nacional, en cuyo anverso podía leerse “I'm Cartel” y en el reverso “Escobar” debajo del número 49.

La actitud, aunque normal para cierto tipo de artistas de dicho género y además de los practicantes del narcocorrido, resultó tan censurable que el alcalde debió olvidarse del protocolo y manifestarle lo siguiente al boricua: “Exijo respeto para esta ciudad. ¿Usted sabe quién era Pablo Escobar?”, le increpó luego de la rueda de prensa, según grabación divulgada por medios locales que el propio alcalde retuiteó. La respuesta del cantante no tiene desperdicio y, ya puestos, lo dice todo: “Sí, suena en Puerto Rico”. Ante esto, el colombiano replicó: ““Es lo peor que nos ha pasado. Te voy a decir una cosa, Jay (…) eso es una ofensa a la ciudad, y no sólo a la ciudad, sino al país. Miles de víctimas sufrimos con la tragedia y todavía la seguimos padeciendo. “Hermano, ustedes son símbolos, tienen que cuidar esto. (Ese señor) nos ha costado mucho, nos ha costado vidas”. “Que el mundo entero sepa que Pablo Escobar no es un ídolo. Es lo peor que nos ha pasado. No más apología al delito”, escribió el sábado 30 el alcalde Federico Gutiérrez en su cuenta de Twitter, dice AFP.

"Sea quien sea la persona, no puede hacer apología al delito y menos en una ciudad que aprendió a levantarse superando la violencia", dijo además Gutiérrez en un comunicado divulgado por su despacho, según publicó el portal TNT24 Noticias. J Álvarez debió disculparse, si bien el daño estaba hecho.

Casi diez años atrás publiqué un comentario en Juventud Rebelde que daba cuenta de cómo los narcotraficantes son modelos para varios de los reguetoneros de Puerto Rico, República Dominicana y Colombia, en cuyas fiestas privadas incluso actúan. Lo singular ahora, quizá, reside en que la idolatría del exponente era tanta que precisó exteriorizarla en su vestimenta, pero la ignorancia mata y lo hizo en el mismo sitio donde tanto duelo provocó el mitificado asesino colombiano. Por supuesto, la repulsa vino de quien debe velar, entre otras cosas, por la conciencia de sus conciudadanos. El hombre, en disonancia con muchos alcaldes regionales, a quienes se les cae la baba y llenan de honras a los reguetoneros, se pronunció de la forma correcta.

Portadores de idearios contrahechos glorificadores del crimen, la violencia, el sistema patriarcal y el servilismo esclavo del sexo femenino, tanto Javid David Álvarez Fernández (nombre real de J Álvarez) como varios de sus congéneres tienen parte de responsabilidad en la confusión ética de segmentos de las nuevas generaciones; sobre todo en el área del Caribe y el sur de la Península de la Florida, donde el fenómeno sociocultural del reguetón -muy funcional a los presupuestos ideológicos de los centros de poder, a los cuales les conviene un público cautivo, primario, alejado del pensamiento e inherentes preocupaciones políticas- ya es pandémico y la involución espiritual derivada de sí -y otras múltiples causales, claro- resulta en extremo marcada.

No por gusto Calle 13, el extraordinario grupo de música social urbana, los ridiculiza tanto en sus textos.  Adentro (del disco Multiviral, 2015) es un himno político compuesto por René que desnuda en carne viva la real naturaleza de estos reguetoneros, instrumentos de sojuzgación mental. Igual los impugnan en Calma pueblo, Digo lo que pienso u otros de sus ineludibles números.

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