sábado, 27 de abril de 2019

«Vota Juan»: la fauna política española en ridículo


Ojalá todos esos gobernantes y aspirantes españoles a serlo que ahora contienden, y otros muchos, guardasen cuatro horillas para apreciar los ocho capítulos de la imperdible serie de humor político Vota Juan, la cual pone sobre el tapete, en clave de satírica vivisección, todo cuanto le faltó pese a sus largas temporadas a la “seria” House of Cards, cuya velada admiración por tipos o tipas como Frank y Claire Underwood contrarrestaban las potencialidades de impugnación del relato.


Para rematar la disección entomológica a la fauna política ibérica realizada por el drama cinematográfico El reino (2018), caería casi al alimón bien poco más tarde, este formidable documento telefictivo -estrenado en enero del actual año- que hunde sin compasión el escalpelo, fundamentalmente, en la increíble mediocridad de seres humanos cuya orfandad moral e intelectual solo marcha en dirección proporcional con sus egos y ambiciones arribistas.

Así, sin preposición (Vota a Juan) y ni siquiera sin una suerte de peculiar vocativo autodirigido (Vota, Juan), el señor Juan Carrasco pretende lanzar su campaña “Vota Juan” en busca de fieles en pos de impulsar sus largas aspiraciones, sin semáforos para su vanidad, a coronarse en la soñada Moncloa.

Su eslogan es su mejor definición, en tanto retrata su signo incompleto, el huero contenido de un sujeto cutre y medio facha con pintas ocasionales de progre, según apunte la veleta del momento político. Lo asume Javier Cámara, uno de los más completos actores españoles desde los tiempos de Hable con ella, en asunción antologable dentro de los más sobresalientes registros cómicos del siglo allí. Su Juan Carrasco no tiene desperdicio; ni en el papel ni en la carne del intérprete. Lo sopesa, levanta, abraza, deglute y regurgita con devoción fruitiva. Cámara devora a Carrasco y nos lo mete en la sala del hogar con credibilidad envidiable.

Escuchar los dichos y apreciar los actos del demagogo que escala de la alcaldía de un pueblito perdido de provincias (Logroño) al Ministerio de Agricultura y luego a la vicepresidencia de su Partido supondría un atentado al civismo y la cordura, si no conociéramos cómo cuecen el caldo en las poltronas políticas hoy día, tanto en España como en Estados Unidos y América Latina. Parece juego pero no lo es. Se han depreciado y despreciado tanto los blasones sobre los que en teoría debería asentarse el ejercicio de la democracia, que ya buena parte del electorado sabe que está inexorablemente en manos de bufones semejantes, sin otro interés personal que beneficiarse a sí mismos y a su clase.

Series como esta ayudan a comprender que mientras no exista un despertar/rechazo progresivo de los pueblos a tales puestas en escena que de democráticas en verdad no tienen nada, la portería seguirá siendo goleada por ineptos sin vocación alguna de ayudar a sus naciones, como el personaje central (y otros secundarios) representado en la obra.

Juan Carrasco representa la conjunción hilarante de mendicidad cognoscitiva, mendacidad, oportunismo, pillería, pragmatismo emocional, patetismo y enajenación que define a gran parte de la clase política peninsular, y mundial, en la actualidad. Ver los debates de los contendientes allí, repasar incluso sus plataformas programáticas (las cuales, ya sabemos, devienen el borrador perfumado de lo que casi nunca se llevará a la práctica) ayuda a entender cómo figuras de la guisa de Juan Carrasco no pertenecen únicamente al mundo de la ficción en el siglo XXI español, ese país donde el “socialista” Pedro Sánchez le dio ocho días de ultimátum a Maduro y reconoció al triste peón imperialista de Guaidó. ¿Qué podría esperarse entonces del Partido Popular y de VOX¿

Los escritores Juan Cavestany -firmante de la también loable y en ciertas expresiones parecida Vergüenza- y Diego San José han bordado guiones donde el humor atraviesa cada tejido del componente reflexivo de la serie. Su trabajo escritural y la puesta en pantalla se siguen con el mayor interés, porque este auto de fe contra la demonios de la antipolítica (sin antecedentes en la televisión española, a diferencia de la británica donde creadores como el tan grande como irregular Armando Iannucci los hizo práctica común desde hace buen tiempo y ahora continúa allende el Atlántico en HBO en la gozosa Veep, con la cual esta comparte bemoles pero en ningún momento copia, si bien el Victor pez-pega de Juan es la más obvia traslación castiza del Gary de Selena Meyer) resulta sui géneris tanto en su forma de manejar un registro tonal basculante entre el chascarrillo y el sofá del siquiatra, como en su manera de hacer partícipe al espectador de la vergüenza ajena, el bochorno ante cuánto vemos y el sentimiento de incomodidad permanente que, pese a su falsía y capacidad de mímesis, acompañan a mediocres impostados corte Juan Carrasco.

2 comentarios:

  1. Excelente articulo sobre la fauna politica española. Y para ponerle el punto a lo dicho, El señor Pedro Sanchez, esta a unos pasos del poder. Pienso que con la gran division de esa sociedad, este periodo sera una mecha encendida.

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