“Esta vez el viejo De Broca, un
señor que siempre supo acompañar a sus protagonistas masculinos de beldades del
sexo opuesto (recuerden al feo Belmondo con el monstruo Cardinale, en
Cartouche), ha traído para prendar nuestra retina y perdonar cualquier
imperfección de la película a Marie Gillain, una joven actriz dotada en buena
ley de todas las herramientas de la profesión, que para fortuna suya posee el
aura de las bellezas clásicas, junto a un candor extrañamente salpicado de ese
desborde de gracia que hizo estallar las capacidades sensoriales de todo el
espectador perteneciente al sexo del que escribe que asistió a la exhibición de
la película. Ella da vida a la señorita
de Nevers, a quien Lagardere cuida desde
bebita y después hace su esposa, lo que comprendemos dentro de la tradición
histórico-literaria, pero que bien pudieron ahorrarse en su libre adaptación De
Broca y los guionistas Jean Cosmos y Jeróme Tonnerre, pues terminamos su
deliciosa película con un sabor a incesto en la boca que no quisiéramos”.
Mediante tales palabras este crítico finalizaba, hace dieciséis años, su reseña
de Enrique de Lagardere (Philippe de Broca, 1997).
viernes, 30 de mayo de 2014
jueves, 29 de mayo de 2014
John Wayne: el mito del "gran héroe americano"
Que “Como mejor está un
indio es muerto” resultara la frase dilecta de algunos de los personajes
fílmicos más conocidos de John Wayne, no impidió en nada que este actor fuese transportado a la categoría
de mito en los Estados Unidos por sus adoradores, los medios, y un sistema
interesado en auparlo acorde al estandarte que en el terreno ideológico alzara
desde la pantalla su mejor aliado en Hollywood.
martes, 27 de mayo de 2014
Un mundo a dos, entre la sangre y las nieves
La humillación, a los
primeros años, cuando más duele recibirla, porque aun no se descubre bien su
origen u objetivos, ni se sabe que es uno de los mecanismos de ataque/defensa
de cierta franja de la especie humana tan desvalida de afectos como sobrada de
agravios. El rostro demudado del agredido ante el patán atacante de la escuela,
la temerosa mirada de reojo del indefenso hacia las comarcas de esa, la hiena
generacional que le entorpecerá el paso al baño, al patio de recreo, la salida
del colegio, dejándole cada vez menos espacio de tránsito, más angosto su
círculo de vida dentro de los recovecos menos concurridos del recinto. Faz
pálida, pies tremolantes, pecho y pulso en aprietos, y un extraño sabor en la
boca procurado a dos manos entre la angustia y el miedo. Es una suerte de
calvario primigenio nacido, por norma, de cualquier signo de diferencia no
asumido por la normativa colegial, de cuyo centro destructivo solo ciertas
estrategias de supervivencia, la imaginación a plazo cercano y el tiempo a fecha
final hará escapar a ese Otro más introvertido, retraído, tímido, inteligente,
bajo, gordo, bizco, cabezón, homosexual, dispar en rasgos étnicos…, en fin, la
contraparte a veces no encajable dentro del canon de crueles sociabilidades
interescolares. Sucede igual doquiera, con sus variantes pero bajo patrón
similar; aquí, en Estados Unidos, Japón, España o en la Suecia de 1982 donde
discurre la trama de Déjame entrar (Låt den
rätte komma in, Tomas Alfredson, 2008), y el abusado niño Oskar
tiene la dicha única de encontrarse con una vampira coetánea -lo de la edad es
un decir, claro, ella “está cumpliendo doce hace mucho tiempo”, como 35 celebra
sin parar el Ethan Hawke de Daybreakers-, quien le hará sortear su pena y de
paso le regalará algunas verdades seculares sobre la naturaleza humana, vaya
paradoja proviniendo de quien ya no lo es.
lunes, 26 de mayo de 2014
Ángeles y demonios del cine de terror contemporáneo
Expresión replicante -aunque
no más a medias y sometida a luenga proclividad exegética-, de una época
signada por la atracción hacia el exceso en sus implicaciones artísticas,
políticas, bélicas, criminales, mediáticas, publicitarias, patológicas, consumistas,
antiecológicas…; por el lipovetskyano “triunfo de las pantallas en la sociedad
hipermoderna”; la apocrificidad de las llamadas filosofías posideológicas; el
infinito trotar de caballos apocalípticos; nuevos juicios finales y premoniciones
de oscuros paisajes urbanos harto semejantes a los configurados en las epopeyas
distópicas más espeluznantes del fantastique,
la narrativa fílmica contemporánea de terror no ha sabido aprovechar del todo
tan inédito abono dramático. Y cuando lo ha hecho solo ha sido, salvo
excepciones, para tomar nota -no desde un posicionamiento hermeneútico, o
siquiera una postura discursivo-moral, sino desde una mera óptica oportunista
de tufo conservador de despacho hollywoodino- de los contornos escarlata triste
donde se enmarca el escenario actual de violencia extrema, mafias, disturbios
sociales, inseguridad, crimen creciente, laceraciones a las personas, sangre… Más decantado hacia el reciclaje, el patchwork, el pastiche de temas, asuntos,
conceptos, el terror posmoderno, por arriba de las consustanciales
reubicaciones epocales, no acusa rupturas frontales con la tradición, al fundir
su argamasa morfológica con los modelos cardinales
de representación o los tropos del género. Pero las nuevas películas regurgitan
harto mal a sus precedentes tanto en su ausencia de ambiciones, el nihilista
radio de antena de sus preocupaciones o la atroz falta de ideas, como en sus
acumulaciones indiscriminadas de referencias, su no dosificación de los golpes
de efecto, estética ultravideoclipesca, fárrago de planos cortos en espacio y
duración, abuso del código del ralenti, angulaciones extremas, tomas de picados y cenitales en clonación ad infinitum,
pirotecnia de videojuego, transiciones altisonantes, soundtracks presagiantes, flash
backs confusos de textura granulada -siempre a caballo entre lo granuloso y
el efecto voluta de humo atisbado en esas usuales imágenes de video con el
objeto de manifestar amenazas desde una perspectiva difusa-, y ausencia casi
total de caracterización de los personajes (las verdaderas estrellas de los
filmes son las torturas, trepanaciones, desmembraciones).
domingo, 25 de mayo de 2014
American Splendor (U Ordinary life is pretty complex staff)
Sin importar los éxitos en
el Sundance, su Premio de la
FIPRESCI en Cannes e innumerables reconocimientos granjeados
para 2003, año de su estreno, American Splendor, vista la película en bruto y por
cuanto vale, no debido a sus lauros (a veces tan traicioneros), devino una de
las cintas imperdibles al trazar cualquier aproximación al subgénero. Da igual
que en su país de origen solo cuatro gatos, maulladores casi todos afiliados a
la camada Harvey Pekar-Robert Crumb, vieran en salas este filme de bajo
presupuesto, carente de recuentos heroicos o efectos digitales en tropel. O
sea, lo más lejano posible a la norma que, según el imaginario popular, pudiera
encontrarse un “largometraje de comics”.
Otros espectadores trabaron contacto con el filme al paso del tiempo,
merced a las reposiciones en la
HBO, cadena de cable que la produjo. Así, casi de boca a
boca, a la chita callando o a lo Ghost World de Terry Swigoff, comenzó a añadir
adeptos. Casi una década después de su salida, ya son muchos más quienes la
justiprecian con todo el entusiasmo que amerita.
domingo, 18 de mayo de 2014
Honrarás a tu clan: valoración crítica del género gangsteril
Nacido del matrimonio natural entre dos instancias en fase de
consolidación (una de orden social: el ascenso del crimen organizado dentro de
los Estados Unidos como consecuencia de los negocios con el alcohol
entronizados tras el Acta Volstead e inherentes efectos de la Ley Seca; otra de
carácter artístico: el avance del Cine en sus distintas etapas, del silente al
sonoro) surge una expresión hija inevitable de tal alianza como lo fue el
género gansgteril, que puso sonido e imagen nítidos al fenómeno de la mafia.
jueves, 15 de mayo de 2014
Amenábar e Hipatia, en infértil enlace fílmico
domingo, 11 de mayo de 2014
El lobo de Wall Street: un sistema enfermo de sí mismo
El lobo de Wall Street (2013), de Martin Scorsese, funciona de dos
maneras: primero, en cuanto puesta al día, cronológica y metodológica, no tanto
de los destinos de un personaje imperdible del cine norteamericano como fue
aquel tiburón bursátil llamado Gordon Gekko, de Wall Street, la película
estrenada en 1986 por Oliver Stone, como de la continuidad de su presencia cual
material dramático derivado de la mera realidad social. Ahora, por supuesto,
Gekko ya viene transubstanciado en otro tahúr financiero. Diferentes nombres,
ligeros cambios epocales o formas técnicas de desfalcar; pero, en el fondo, el
mismo contexto, similar intención de acumular millones sobre la base de la
sustracción ilegítima y la mentira. Segundo: a la manera, muy en consecuencia
con la trayectoria del realizador de Uno de los nuestros (1990) o Casino
(1995), de otro notable fresco sobre esos -para sí dilectos- universos de la
corrupción, la degradación moral, la ambición y codicia desmedidas; peculiares
deontologías donde la básica y (amoral) regla de sus protagonistas pasa por
adquirir poder, cueste cuanto cueste pintar el color del dinero.
sábado, 10 de mayo de 2014
Swingers en Guamá
En Los tipos duros no
bailan, pésima adaptación fílmica de sí mismo hecha por Norman Mailer en
1987 con Ryan O´Neall e Isabella Rosellini, hay una escena de intercambio de
parejas, donde desde la habitación contigua un personaje escucha los gemidos de
placer de su compromiso en los brazos del otro. Aquellos jadeos me recordaron
siempre los de la secuencia final de El joven Frankestein, la parodia realizada
por Mel Brooks en 1974, elocuentes en torno a la potencia sexual del
“monstruazo” creado por el gran comediante.
Más de veinte años después
de la incursión fílmica del narrador Mailer, para julio de 2009 la compañía
holandesa Little Sins (Pequeños pecados, en cristiano) alquiló apartado hotel
de la campiña inglesa con el fin de celebrar una fiesta de swingers o
intercambios conyugales integrada por 350 personas VIP, tan cansadas ya de todo
lo bueno de la vida que necesitaban experimentar esa nueva sensación de
compartir fluidos colectivamente. La noticia causó su revuelillo en los
cotidianos londinenses, si bien forma parte de la rutina de muchos pueblos del
medio oeste y algunas ciudades de Estados Unidos, ese extraño planeta donde
mientras en un estado constituye delito la felación dentro del matrimonio en
otro se puede andar desnudo por la calle.
viernes, 9 de mayo de 2014
Crazy Heart: para Jeff, con amor
Crecí viendo y amando el
arte interpretativo de Jeff Bridges, su seguridad ante la cámara, su capacidad
de contención y esa personal deontología ética que rigió su profesión desde
siempre. Con él no hay deslices, tropezones, ni “no sabía en que me estaba metiendo”.
El actor de “Tucker”, por norma, va al seguro a modelar personajes que de veras
lo son porque poseen pliegues y repliegues, conflictos, dubitaciones…, a
quienes tipifica mediante esa poderosa inserción en su piel, agenciada mediante
una suerte de mezcla singular de sabiduría histriónica, planificada hasta el
grado del detalle, y fisicidad a lo Marvin o Nolte puesta al servicio del ser
encarnado en sus ejemplares trabajos actorales.Tanto mejores cuanto mayor
cantidad de años pasa actuando.
miércoles, 7 de mayo de 2014
Renoir (en Festival de Cine Francés) captura el paisaje, pero no al hombre
Renoir (Gilles Bourdos, 2012),
exhibida en Cuba como parte del Festival de Cine Francés en cartel, es una
aproximación al período creativo final del maestro impresionista francés Pierre
August Renoir (1841-1919), a partir de 1915, en la
Costa Azul, tras la muerte de su esposa
Aline; aun en plena labor plástica pese a la afección reumática que afecta la
movilidad de sus manos. No se trata con
exactitud de una biopic integral, sino parcial. Por ende, dado el lapso
espacial cubierto por el arco dramático del relato, había aquí trigo limpio
para segar bastante en el examen instrospectivo del personaje y su marco de
relaciones humanas durante etapa tan definitoria de su existencia. Empero, el realizador
Bourdos no alcanza un afianzamiento caracterológico del pintor; más allá de sus
silencios o insistencia en dibujar a Andrée Heuschling, la joven pelirroja que
da pie a Los bañistas u otros lienzos postreros suyos.
Diario de las hojas muertas
Insertada en combo junto a
La noche del Sr. Lazarescu (Cristi Puiu, 2005); Cómo celebré el fin del mundo
(Catalin Mitulescu, 2006); Bucarest 12:08 (Corneliu Poromboiu, 2007) o
California dreaming (Cristian Nemescu, 2007) dentro de la denominada “nueva ola
del cine rumano” -tendencia la cual ojalá no eclipse rauda ante la pobreza de
una cinematografía muy poco prolífica-, y por otro lado inscrita a fuego en el
pecho de una corriente revisionista del cine europeo hacia el pasado reciente
donde halla fila a la cabeza la tan bien construida como manipuladora cinta
alemana La vida de los otros (Florian Henckel von Donnersmarck, 2006) , 4
meses, 3 semanas, 2 días (Cristian Mingiu, 2007) es una película cuyo
testimonio de acierto primero estriba en la economía de recursos y la sobriedad
con que se maneja este drama sobre una muchacha en plan de aborto clandestino
durante los días finales de Nicolae Ceausescu, estadista
interesado en aumentar el ritmo de crecimiento de la población para tener gente
con la cual “levantar” su economía.
De amores y libertadores
“Vivo lo amé y muerto lo venero”, le dice Manuelita
Saénz a ese impostado Hermann Melville
en su destierro peruano, a la vera de la muerte. Habla de su tema-hombre-razón:
Bolívar. De entre aquel 1822 en que lo conoció al entrar, victorioso, a
Quito, y ahora, han pasado 34 años. De
los ocho que estuvo al lado suyo (hasta la muerte del héroe en 1830) de amante,
amiga, protectora, de “libertadora del Libertador”, se encarga el filme que
lleva el nombre de esta mujer en una de sus grandes alternancias de planos
temporales. Ello, dígase ya, más desde la pendiente creativa de un poema
dramático inspirado a la forja de las letras románticas y transmutado en cine,
que desde las topicales parámetros histórico-dramatúrgicos de la biopic o drama
biográfico.
martes, 6 de mayo de 2014
Sigue corriendo, Garra de Jaguar (valoración crítica del cine de aventuras)
Once upon a time bogaba mejor un género fílmico mediante el cual el firmante, como buena parte de todos quienes mostrarán interés por este artículo, comenzamos a acercarnos, y luego amar, al Cine: el de Aventuras. Cualquier similitud a lo ocurrido al trabar contacto con la Literatura…. No importa su condición de “menor”, olvidémonos de su invisibilidad para las antologías, de las ojerizas de tan encumbrados como -en sus gustos- monolíticos críticos. Entre arcos, flechas, capas, espadas, arcabuces, abordajes y cacerías aclararon al alba de nuestra memoria estético/sentimental historias pregnantes de emoción y carnadura humana, cuyo sentido inmanente de la acción no las eximían de plantear su estructura sobre una base lógica de coherencia narrativa o de incorporar a sus escenas y justificados encuadres más de dos planos largos que permitieran apreciar algo detrás de la nariz apolínea del héroe. Filmes poseedores de magma dramático, en los cuales en ciertos casos se suplía a través de chispa los altos al billete del productor. Donde todavía una batalla era una batalla, no billones de píxeles, y resultaba apreciable la labor física real del actor o el doble, pues predominaba el componente humano.
lunes, 5 de mayo de 2014
El maestro Imamura
El a veces infravalorado Shohei
Imamura conformó un bendito triángulo de creación de la pantalla japonesa que
delineó al lado de Kurosawa y Ozu. No fue ni un enfant terrible tipo Amenábar
ni un superdotado congénito a lo Scorsese. Le costó trabajo y años de paciencia
hacerse de un nombre, de un estilo y de la perseguida trascendencia que
consiguió en la etapa media y final de su período creativo. Y eso lo torna más
cautivante para quien estudie su obra, en tanto ésta permite al cinéfilo, al
estudiante y al espectador general comprobar, paso a paso, la evolución de un
cineasta cuyo talento germinó a cuenta de pulmón, sudor y constancia.
domingo, 4 de mayo de 2014
Frozen, Oscar de Animación del año, es anacrónico para el género
Frozen (Chris Buck y
Jennifer Lee, 2013), Oscar al Mejor Filme de Animación del año, de estreno en
Cuba, resulta un producto anacrónico, encostrado a las fórmulas más inveteradas
de la factoría Disney. Es un insulto al cine que los académicos la hayan
preferido por arriba de la japonesa Se levanta el viento, del maestro Hayao
Miyazaki; y de la francesa Ernest y Celestine, ambas competidoras en la
categoría e infinitamente superiores.
viernes, 2 de mayo de 2014
Rompenieves (Snowpiercer): el tren del 1 % contra el 99 %
Rompenieves (Snowpiercer, 2013) se estrena hoy en Cuba, a través de la
televisión nacional. La película del realizador surcoreano Bong Joon-ho
transcurre en un futuro (2031), en el cual el planeta está congelado, como
consecuencia del calentamiento global. En este mañana distópico, un tren da la
vuelta al mundo entre la nieve, por los mismos raíles, los 365 días del año,
sin parar. En dicho engendro mecánico una clase poderosa minoritaria explota, feudalistamente,
a la inmensa mayoría pobre, la cual supervive en el furgón de cola.