martes, 5 de abril de 2016

Chi-raq y los asesinatos a afroamericanos en EE.UU



Chi-raq (Spike Lee, 2015) representa el alegato político más antisistema enarbolado por cineasta alguno en los Estados Unidos desde hace largos años, dentro del plano de la ficción. Mucho más radical que en los ya de por sí radicales exponentes primigenios de su ejecutoria, el autor de Haz lo correcto ancla su relato en la ciudad de Chicago, la cual los raperos estadounidenses llaman Chi-raq, acrónimo tendente a demostrar que hay más muertes de afroamericanos allí que todas las que hubo de nacionales durante la invasión a Irak. La película abre justo así, mostrando dichos datos al espectador, tomados de las propias fuentes del gobierno de los Estados Unidos.
Spike Lee fustiga la inacción de un sistema que no hace nada por frenar una guerra de pandillas inacabable, generadora de tanto crimen fratricida, la cual este creó en realidad debido a la exclusión social, la desigualdad y un racismo que se perpetúa allí y en cada ciudad del país, mediante los asesinatos de la policía a jóvenes afroamericanos.
Escrita por el realizador de la mano de Kevin Willmott, Chi-raq es una peculiar adaptación de Lisístrata, comedia griega clásica compuesta por Aristófanes, representada por primera vez en el año 411 A.C.
Las mujeres de las bandas rivales les hacen una huelga de sexo a los “soldados” de las pandillas de Chicago. “No peace, no pussy”, les dicen aquellas, obligándolos a abstenerse de la sangre si quieren acampar sobre sus amplias caderas. Lee provoca hilaridad mediante estos pasajes y de paso glorifica, a cámara abierta, el físico y el temperamento de la mujer negra de Norteamérica. Su sensualidad y personalidad.
El valladar fundamental de Chi-raq radica en la dispersión tonal y los crescendos y minuendos injustificados del registro narrativo, amén de algunos cuestionables insertos, lo que le impide crecer como obra artística.
No obstante, se trata de una muy valiente comedia política (algo ingenua, no es justamente las piernas cuanto debe cerrarse para dar término a estas sangrías, sino clausurar la desidia e implementar políticas de justicia y de erradicación de la marginalidad y los guetos; pero eso no le interesa al gobierno estadounidense) que, al menos desde el orden factual, habla sin tapujos de la real carnicería experimentada por los negros en los Estados Unidos.
Como expresara el reverendo Jesse Jackson en histórico discurso, Spike Lee también parece decir: “Temo por mi país”. Por el futuro de los suyos,  por la gente pobre maltratada e ignorada, sin educación, sin representación política, sin otro remedio que matarse entre sí misma para sobrevivir.

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