sábado, 22 de octubre de 2022

Salvar al Rey, o la historia de un rufián

 

La historia de Juan Carlos Alfonso Víctor María de Borbón y Borbón-Dos Sicilias, o Juan Carlos I, siempre ha sido sucia. Desde su surgimiento en tanto figura política hasta hoy, cuando transcurre su desvergonzado ocaso dorado en Abu Dabi, después de desfalcar, birlar y burlarse de cuanto le viniese en gana en España.

 

Dicha historia comienza a enlodarse, sobre todo, a partir del año 1969, cuando el dictador Francisco Franco le comunica que sería su sucesor y le proclamaría -algo materializado a la larga sexenio adelante-, rey de España, violentando la línea de sucesión, pues el trono le correspondía al padre, Juan de Borbón y Battenberg, legítimo heredero del rey Alfonso XIII.

 

Entre el caudillo y su protegido, defensor a ultranza de la dictadura y a la vera del Generalísimo desde 1949, engañan al progenitor del segundo. Constituye el primer acto indigno de una historia repleta de indignidades (corrupción, chantajes, cobro de comisiones fraudulentas de consorcios petroleros árabes, empleo a conveniencia particular del erario público, exterminio animal en Europa y África, escándalos sexuales e infidelidades múltiples a la pareja real, la posible orden de asesinato a la actriz menor de edad y amante suya Sandra Mozarowsky, intervención en intentos de golpes de estado como el perpetrado a Hugo Chávez, apoyo a confrontaciones militares como la invasión yanqui a Irak y en la cual sumó a su país pese a la negativa de la mayoría de los españoles…), algunas de las cuales observa la miniserie documental de tres episodios Salvar al rey, producida en 2022 por la española Mediaset para la estadounidense HBO Max.

 

Ironías de la historia: Antena 3, propiedad de Mediaset, fue el canal de televisión que mediante manipulada encuesta nombró a Juan Carlos I como “el español más importante de la Historia”, por arriba de Cervantes. Quienes antes adulaban ahora censuran. También algunos de los declarantes en el documental (políticos y periodistas), en su día callaron o bendijeron, mientras ahora se rasgan las vestiduras.

 

Aunque definitivamente Salvar al rey todavía no es el material audiovisual que demanda el asunto, la figura del referido monarca queda del todo despojada aquí de la eterna aureola mítica tejida de forma descarada por la prensa española corporativa, a través de un trabajo de traza de documental testimonial corte clásico cuya fortaleza mayor radica en la diversidad y calidad de algunas de las fuentes consultadas -medio centenar de estas-, solo de las que hablan, sin cortapisas ni compromiso con el pasado, sobre el estercolero en que se convirtió el reinado de Juan Carlos I.

 

Si bien, de cierto, las revelaciones originales no son el fuerte de la miniserie, en tanto mucho de lo denunciado se recogió antes en diversos textos, es de destacar que nunca antes un trabajo de envergadura, distribuido por una cadena de tanto peso a nivel mundial como HBO, había hundido el escalpelo en la podredumbre moral de alguien quien se sirvió de la monarquía -institución caduca e infame que pese a todo sobrevive en varias naciones europeas y la cual Salvar al rey, a la larga, ojo, no cuestiona en su justa medida; solo a este monarca-, para darse una vida de hedonismo, lucro y adoración totémica de las masas, inducida desde los poderes políticos y mediáticos. Alguien con patentes de corso, sin obligación alguna de rendirle cuentas a nadie, por expresa orden constitucional.

 

Al abdicar, en 2014, tras 38 años de reinado, a favor de su hijo Felipe de Borbón y Grecia, el “Emérito” dejaría un país en plena crisis económica con una tasa de paro del 26%, récord europeo, y más de 6 millones de desempleados, un número sin precedentes de suicidios -nueve al día- desde el comienzo de la crisis económica en 2008, y más de tres millones de personas en condiciones de “pobreza severa”, es decir con menos de 307 euros al mes, o sea el 6,4% de la población, cual bien recuerda el catedrático francés Salim Lamrani en su artículo 50 verdades sobre el rey de España Juan Carlos I, publicado hace ocho años en el portal Opera Mundi.

 

El propio autor subraya en dicho texto que “a pesar de la transición democrática y del establecimiento de una monarquía parlamentaria, a pesar de los esfuerzos para ocultar sus lazos íntimos con Franco, el rey Juan Carlos I de Borbón y Borbón nunca logró librarse de su déficit de legitimidad debido a una mancha indeleble: fue instalado en el trono por el dictador Franco, apoyado por Hitler y Mussolini, que aplastó en sangre la República española que salió de las urnas el 16 de febrero de 1936”.

 

Por supuesto, Salvar al rey resulta solamente una aproximación, valiente pero incompleta, al lado oscuro -siempre silenciado por la prensa nacional hasta que no le quedó más remedio, o más bien le ordenaron, desvelarlo-, de este sujeto. De otros temas, a la manera de las relaciones de Juan Carlos con el Opus Dei y con la Orden de Malta, su implicación directa en el terrorismo de estado y un largo etcétera de atrocidades, para decirlos en palabras de su propio autor, Iñaki Errazkin, se encarga el libro Juan Carlos, un rey con antecedentes, como igual otros textos de obligada sugerencia de lectura.

domingo, 9 de octubre de 2022

Nuevo exponente de acción de los hermanos Russo

Hija menor de la saga de acción del siglo XXI, El agente invisible (The Gray Man, 2022), película más cara de la historia de Netflix hasta el momento, fue estrenada en Cuba recientemente.

 

El emporio audiovisual estadounidense, pese a los más de 200 millones de dólares invertidos en esta superproducción de acción y espionaje, tira demasiado del algoritmo probado y sobado de casa para armar una película que es la suma de muchas películas, el recetario consensuado de cómo debe operar este tipo de cine de acuerdo con lo esperado por el público o el dictum de la industria, que no es lo mismo pero es igual.

 

El largometraje sabe a fórmula y a artificio pirotécnico inflado de principio a fin, a excepción de dos set-pieces que propenden a redimirlo, algo. Sobre todo la segunda. La primera de estas tiene lugar en el avión donde el agente Sierra 6 (Ryan  Gosling) debe emprender una cruenta batalla por su vida en los cielos.

La segunda vale por la película toda y transcurre, a plena luz del día, en las calles de Praga. Los cuarenta millones invertidos en tales secuencias en la capital checa no resultan desmedidos, porque el carnaval cinemático expresado ahora da cuenta, o mejor corrobora,el extraordinario talento y la capacidad de los hermanos Joey Anthony Russo (viejos conocidos del universo Marvel, con varios títulos de primera línea comercial a su haber como Vengadores: Infinity War y Vengadores: Endgame) para construir sobre la pantalla movida con elegancia, causa y concierto.

 

A la planimetría del contenido de acción se aúna una vocación certera para maximizar ángulos y tomas en función de una visualidad y un ritmo paroxístico que lleva al largometraje a su punto máximo de ebullición. Estas escenas, pura testosterona, nervio y organicidad, brindan fuelle a un relato huero, tan invisible como el título, donde Ryan Gosling es una triste sombra de películas como Drive (Nicolas Winding Refn, 2011).

 

Billy Bob Thornton, cual invariablemente ocurre con este actor, ayuda mediante su incorporación del jefe del agente de la CIA Sierra 6. Y Ana de Armas, compañera de equipo del segundo, está centrada y contenida como pocas veces. Sin preocuparse por proyectar su voluptuosidad ni otros propósitos extras, la cubana hace lo que debe hacer y es, junto a Billy Bob Thornton, lo mejor de la función.

 

El volumen que sirve de base a esta imperialista película es la novela publicada en 2009 por Mark Greaney, conocido por fungir de colaborador de Tom Clancy en el más reciente período y por continuar escribiendo el personaje de Jack Ryan (nuestra tele, afecta a los agentes de la tenebrosa agencia norteamericana, tiene o tuvo en fecha reciente serie en cartelera al respecto) tras su fallecimiento hace nueve años.

 

No obstante el poco éxito obtenido por El agente invisible, Netflix pretende crear una franquicia con el personaje y las novelas de Greaney. Al menos en cantidad tienen para contar: Además de The Gray Man hay otros libros: On Target (2010); Ballistic (2011); Dead  Eye (2013); Back Blast (2016); Gunmetal Gray (2017); Agent in Place (2018); Mission Critical (2019); One Minute Out  (2020); Relentless (2021); Sierra Six (2022) y Burner, en 2023.

jueves, 6 de octubre de 2022

Blonde, retrato de una mujer quebrada

 

Mejor que estudio de personaje, que lo es, Blonde debe identificarse en términos más precisos de calificación como el estudio del costado de un personaje, el del dolor  y la pena vital de Marilyn Monroe, esa construcción prefabricada por los estudios hollywoodenses, cuyo desmenuce emocional desde el plano más íntimo emprende el realizador Andrew Dominik a partir de la biografía novelada de Joyce Carol Oates.

 

El filme de reciente estreno mundial, ahora en las pantallas cubanas, arranca en la etapa larval de Norma Jeane, como la llamó aquella madre neurótica quien la responsabilizó de la ausencia paterna, carga culposa que la niña, según el filme, asume a través de una forma de veneración extrema hacia la figura del progenitor nunca conocido: elemento simbólico-argumental este que lastra fuertemente el decurso del relato.

 

Las soluciones cinematográficas tendentes a representar dicha adoración o curiosa dependencia sentimental por alguien no tangible afectan bastante a una película que en la exageración de dicha tesitura pierde trecho, de sus casi tres alargadísimas horas, para adentrarse en otros ángulos de la vida de la actriz. Este comentarista no veía desde hace años una imagen tan cursi, tan prescindible, como la de ese padre supuesto aparecido entre nubes o volutas de humo al borde la muerte de la adolorida mujer.

 

Adolorida mujer a la cual que el guionista y director no le permite distensión alguna a lo largo del metraje, pues la intención manifiesta, sin desvío de tono y camino, es plasmar el sufrimiento, el estado de quiebra de una persona traumada, a quien la vida golpea una y otra vez (la madre desquiciada, el padre no presente, los embarazos perdidos, su infructuosa relación con muchos hombres y golpizas incluidas, abusos, humillaciones, su vínculo con las drogas, su función de usar y tirar por los Kennedy: por cierto, a Dominik se le va la mano con la felación de Marilyn a JFK mientras el presidente escucha por teléfono a alguien que, vaya casualidad, le transmite las acusaciones de las que está siendo blanco por violaciones o acoso a distintas a distintas mujeres).

 

El firmante de la notable El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford y la olvidable Mátalos suavemente  también pierde la compostura en otras apelaciones de su afectada construcción -el desfile de espermatozoides, las conversaciones de la estrella grávida con el feto, el alma desprendida de la actriz en su lecho de muerte-, así como en la pueril poetización del engarce erótico trilateral de la Monroe con los respectivos hijos de Charles Chaplin y Edward G. Robinson. En tal u otros lances, uno aprecia las actitudes de la Marilyn pergeñada por Dominik y no le queda otra que pensar que, como sabemos y remacha el largometraje, fue una mujer ingenua, frágil, emocionalmente dependiente, dueña de una sexualidad proclive a la desmedida atención masculina, cosificada, quien pagó como nadie el precio de la fama sí; pero, además, casi tan tonta en la vida real como se empeñaban los guionistas en definir sus personajes.

 

Sin embargo, para que no reparemos mucho en la condición que él mismo sugiere, el director neozelandés compensa (la búsqueda de equilibrios en cine a veces son tan peligrosas como las compensaciones de los árbitros en el balompié) y no las pone, en formas doctas, corrigiendo al mismísimo Arthur Miller, evocando a Dostoievski en la audición de un filme o sacando a colación a Chéjov a cada rato. De cierto, Norma Jeane leyó al autor de Tío Vania de acuerdo con las biografías; el problema es la manera manipulada mediante la cual el creador inserta tales presuntas muestras de erudición.

 


Blonde
, estéticamente caprichosa en los cambios no siempre plausibles de formato o color, acusa exceso de incontención, sobre todo, durante su tercer acto, al intentar transmitir la psiquis fracturada del personaje central, cuando se pierde más de la cuenta entre los fantasmas y oscuridades de la Monroe concebidos por Dominik.

sábado, 1 de octubre de 2022

La sangre helada: pura BBC

 

Escrita y dirigida por un director cinematográfico de resultados como Andrew Haigh (Weekend, 45 años, Lean on Pete), la miniserie británica La sangre helada (The North Water, 2021), al aire en Cuba, constituye uno de los eventos telefictivos de mayor interés suscitados durante la parcela creativa más reciente de la cadena BBC. Emblema al cual responde mediante la exposición de sus indelebles marcas de agua: densidad narrativa, músculo expositivo, acabado diseño de producción, factura técnica impecable a escala general e interpretaciones de primera fila.

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