Bel Canto
(Paul Weitz, 2018), uno de los despropósitos mayúsculos del cine norteamericano
más reciente, articula su relato a partir de la situación de toma de rehenes
que se produce en una innombrada república latinoamericana (la ambientación en
tales espacios geográficos casi nunca queda bien en las producciones fílmicas
yanquis; sea por inexactitud, politización, folclorismo en la mirada o
condescendencia), luego de que un grupo de liberación asalta la casa del vicepresidente
de la nación, donde actúa una renombrada soprano estadounidense, en concierto
privado al cual asisten importantes personalidades políticas del país y del
exterior.
El
objetivo del grupo armado es la renuncia del presidente Masuda, un tipo cuyo
actor a cargo de incorporarlo luce clavadito a Fujimori. Aunque reitero que el
lugar nunca es nombrado (se filmó en México, a ratos se escucha un “güey” y
todo, con actores de ese país y de otros), es de inferir que el apunte guarde
relación con el hecho de que la novela de Ann Patchett de la cual parte el
guion de Weitz y Anthony Weintraub se haya inspirado en la crisis de los
rehenes suscitada en 1996 en Perú, cuando el grupo rebelde Tupac Amaru tomó la
sede de la embajada japonesa en Lima.
Semejante
reivindicación de Bel Canto enarbolaba
el comando de los episodios 7 y 8 de la tercera temporada de la teleserie
española de Netflix, Las chicas del cable. La diferencia estriba en que en
aquella los sublevados pedían la dimisión del rey; la similitud radica en que
la recreación de ambos sucesos resulta inenarrablemente mala, tanto en el
churro peninsular como en esta nadería estadounidense.
Bel Canto
apunta a desastre desde los primeros quince minutos del metraje, pero queda la
esperanza de que por algo aquí están Santa Julianne Moore, el casi siempre
efectivo actor alemán Sebastian Koch y el funcional intérprete japonés Ken
Watanabe, en un casting bajo la égida
de presunta experticia de Avy Kauffman. La esperanza, sin embargo, es en balde.
Las
tres estrellas, sobre todo la norteamericana, provocan vergüenza ajena dentro
de un relato aciago en cada uno de sus apartados: puesta en pantalla,
dramaturgia, montaje, guion, diálogos, reparto e interpretaciones. Ignoro la
razón por la cual mi idolatrada Moore, bastante selectiva en la aceptación de
libretos, asumió algo cargado de tanta ingenuidad creativa, para aplicarle el
más paternal eufemismo. Su personaje, mero ectoplasma, constituye la opción más
desacertada de su extensa filmografía.
En
la película casi todo bordea el ridículo (imposible mayor grado de estulticia
en la plasmación de los romances entre la cantante de ópera y el melómano
industrial nipón, o entre la guerrillera y el traductor; pasmosa la
“confraternización” entre rehenes y captores: ese juego de futbol conjunto con
Christopher Lambert de embajador francés es delirante; el presidente de la
República paseándose por la ciudad en ómnibus tras eliminar al grupo, en plan
de Misión Cumplida, a lo Bush…) y casi todo por consecuencia provoca deseos de
reír, aunque nada más lejos de la comedia el género asumido. Quizá sea un
reflejo condicionado de la labor previa del director en el terreno de la
hilaridad, a solas o junto a su hermano Chris. Tras ver esto, quizá ya más de
uno le haya recomendado que permanezca en la comedia.
ResponderEliminarBel Canto : el síndrome de estocolmo
Posted in: CRITICAS on: septiembre 28
Una cantante de ópera mundialmente conocida es secuestrada como rehén cuando un rico empresario la invita a actuar para él en Sudamérica.
Bel Canto es la nueva película de Paul Weitz ( Ahora los padres son ellos ,Grandma ,Mozart in the Jungle )
Entre el thriller y el drama romántico se mueve esta película que solo alcanza grandes momentos cuando se desata el caos
No es una historia evidente , pero si no escapa de los clichés
Lo que vemos es una trama sobre secuestros y síndrome de Estocolmo asociado , se echa de menos que Weitz pusiera más empeño en el libreto y en la concepción del clímax
Julianne Moore como siempre inmejorable , distingue la cinta en todo momento , la acompaña un rostro muy conocido Ken Watanabe
Bel Canto es una tragedia convertida en novela
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