Paroxismo tremolínico de sangre, furia, machetazos, vísceras y demoliciones de todo género, La noche nos persigue (producción de Indonesia estrenada en Netflix este 19 de octubre bajo el título original de The Night Come for Us) no deberá tener rival al concluir 2018 en colgar el estandarte de filme de acción más brutal del calendario, de no aparecer algo superior en noviembre y diciembre, cosa muy de dudar para el autor de estas líneas.
Y
es de dudar porque el director Timo Tjahjanto se las agencia para que su
largometraje de dos horas cerradas se instituya en un imparable y pocas veces
presenciado crescendo de set-pieces
energizadas por la electricidad coreográfica de una pléyade de combates
resueltos mediante el empleo de todo el tiempo en pantalla que a este ex The MO
Brothers le viene en gana haciendo un uso modélico del plano-secuencia y sin
apelar a los cortes de montaje típicos. Verbigracia, la última trifulca entre
el personaje central y su compañero-familia de la tríada.
A
resultas, los aportes de La noche nos
persigue quedan planteados en la morfología visual con que se propone un
espectáculo que convierte el hecho de la confrontación de los cuerpos en placer
focal preeminente, para gestores y narratario.
Eso
sí, en términos de argumento no vale la pena detenerse un minuto en referirlo,
en tanto la trama de venganza y redención aquí relatada se ha visto hasta la
náusea en el cine hongkonés del género, desde los años ´70 hasta hoy.
A
través de su nueva incursión en las artes marciales -reverenciada en la
reciente edición del Festival de Sitges-, el realizador de Headshot (2016) propende a que Indonesia continúe su incipiente
pero descollante tradición de impulsora de títulos de esta pantalla, en tanto estela
de The Raid y The Raid 2, con el protagónico del luchador-actor Iko Uwais,
responsable del apartado coreográfico en La
noche nos persigue y también uno de sus intérpretes centrales.
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