Otro
aporte al catálogo en incremento de películas originales de Netflix de corte
apocalíptico, la recién colgada Bird Box
sitúa su relato en las circunstancias caóticas suscitadas en el planeta a
partir de la irrupción de una epidemia de suicidios de origen presuntamente extraterrestre,
la cual es transmitida en exteriores y a través del sentido de la visión. Ergo,
si no miras hacia la calle y estás bajo cuatro paredes, con las ventanas
selladas, no morirás. Tal línea de mensaje emparenta al filme con la doctrina
ideológica del relato de terror adolescente, donde anatematizan el
desplazamiento a sitios lejanos del hogar, y el sexo, en tanto instancia
conductora hacia la muerte.
Pero
estamos en los tiempos de lo políticamente correcto y al personaje central, la
mamá bien adultita, blanca y embarazada de producción independiente (Sandra
Bullock), la enrollan en su proceso de enclaustramiento obligado con un negro
un cuarto de siglo menor, quien sin embargo cree que ella es una hot mami, la idolatra y por sí se
inmola. ¿Alguna vez el cine
norteamericano permitirá lo contrario?
La
antigua reina de la comedia abandona la guarida junto a la pareja, el
hijo salido de su vientre y el de otra quien murió en el intento de sobrevivir
y, en uno de los dos grandes planos temporales de la narración, el del presente
ubicado cinco años después, la vemos ahora desandando en bote un río tan
revuelto como el de The River, con
los chiquillos y los seis ojos vendados.
Bird Box
bascula entre el drama humano tan caro a su directora, la danesa Susanne Bier,
y la odisea de supervivencia en los tiempos del desastre, épica del posible
epílogo que el cine y la literatura (de hecho, el referente del filme es una
novela) están punteando hace rato. Huelga decir que, con mucho mayor peso
específico en la segunda área, pues la primera es pura hojarasca que la
cineasta resuelve con par de viñetazos y par de arquetipos (el malo-bueno de John
Malkovich, uno de estos).
Esta
primera incursión de la Bier en el subgénero apocalíptico, aunque no completamente,
funciona y por algunos momentos de la trama concita toda la atención del
receptor, al conjugar de forma pragmática los tiempos del relato con la banda
sonora y los efectos digitales. En ambos casos, bien planteados, orgánicos y
funcionales.
Hay
set-pieces que, en tal sentido, resultan
muy decorosas como la incursión a ciegas en coche al supermercado, el descenso
por los rápidos del río en iguales condiciones y la travesía de la Bullock y
los dos niños a través de los bosques en la búsqueda del santuario final.
Sí,
de acuerdo, antes de Bird Box
estuvieron The
Happening (2008) y A Quiet Place
(2018), las dos mejores y de las que chupa sin misericordia; no
obstante la película resiste sus sobrecargadas dos horas de metraje porque la
historia manejada tiene un componente magnético que atrapa y la Bier narra con el
suficiente aplomo como para perdonarle los socavones del guion y la mayor parte
de ese plano temporal transcurrido en el pasado, dentro de la casa.
La
directora de Hermanos y Una segunda oportunidad camina tres pueblos, del cine de autor al comercial,
ante el indeclinable toque de puerta del gigante de streaming. Y, sí, quizá no resulte esta su zona de confort, pero Bird Box no es tampoco el fiasco que
algunos la han considerado. Lo que sí no le perdono es haberme eliminado a la
divina Sarah Paulson a los cinco minutos. Si Ryan Murphy se entera no las tendrá
todas con la realizadora nórdica.
hey julito, solo una pregunta, veo que ya vistes bird box o te la contaron, cuantos en cuba tienen velocidad para poder ver Netflix si alguien de aca le pagara la subscriccion, solo los que controlan el internet o es que la octuvistes de forma pirate, como el resto, mediante el Famoso, paquete, entonse te declaras un pirate cibernetico ?????
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