Toda
la sabiduría extraída de la vida, de la pena y del éxito, la condensa Pedro
Almodóvar en Dolor y gloria (2019), con el toque quedo y la sencillez en
la puesta en pantalla de los maestros asiáticos y la capacidad empática de
alguien que, mediante astucia y humanidad, puede atraer sobre su relato de un
creador homosexual en crisis los favores de muchos espectadores, con
independencia absoluta de la identidad sexual de aquellos.