domingo, 20 de enero de 2019

Los patos de Tony Soprano no retornarán jamás a su piscina



Desde que Tony, el mafioso personaje central de Los Soprano y perfecto material de psiquiatra, sufriera un colapso emocional ante la huida de los patos de su piscina, hasta que Don Draper practicara esa singular huida hacia sí mismo al final de Mad Men, la televisión anglosajona (con peso predominante la estadounidense y sus cadenas HBO y AMC; sin desdorar a la BBC en Inglaterra) construyó una historia impresionante, fundamental e imperdible de series.


Las principales fortalezas de estos materiales radicaron en los estudios poliédricos de seres cuyas configuraciones morales pasaban de manera inexorable por el meridiano de la heterodoxia (nunca monocordes); así como en el seguimiento, a placer, de grandes curvas evolutivas de conflictos colectivos e individuales escudriñados en contextos históricos, a su vez objetos de análisis.

Este período de epifanía de más o menos tres lustros -por algunos denominado como “edad de oro de la televisión”, sin parar mientes en que, de forma previa, hubo otras etapas áureas desde los años ´60, aunque, eso sí, ninguna de la magnitud cualitativa y la dimensión ontológica de esta-, nos permitió contactar con criaturas riquísimas, pletóricas de claroscuros e indefiniciones.

Lejanos al arquetipo, el prototipo precocinado de “lo que debe ser un…”, los habitantes de tales narraciones no están viviendo ningún sueño. Anhelan, envidian, humillan, desgarran, dudan, sufren, temen, ríen, gozan, cifran esperanzas, se hastían e intentan comprender el significado de vivir… 

Nada que no estuviera contenido en la Literatura o el buen cine previos. Ni en la existencia misma, cierto; pero posee gran peso dentro de un medio que encontraría honra (léase legitimidad intelectual) en semejante ítem ante el inri provocado por ese atroz estadio involutivo ético-estético acaecido durante la era de los reality, American Idol, Big Brother, Fox News, la muerte o el morbo como plato fuerte del consumo diario, la estercolarización de la intimidad e imbecilidades mil de la telebasura.

Aunque de esa franja cimera -la cual comenzara a desdibujarse de forma progresiva ante la reiteración de modelos, los apéndices de temporadas innecesarias factibles de extirpar aunque liberadas a su elongación, la aglomeración de chapuzas y la cada vez menor presencia de aquellas piezas grandes aparecidas en los tiempos magnos de Breaking Bad- en la actualidad queda bien poco, focalizado solo en exponentes puntuales, muy fáciles de identificar. No existe ya un corpus, un sumun, nada semejante a un movimiento delineado.

Por eso, luego de más de quince años de consumo mensual de toneladas de series, me he contenido sobremanera y solo aprecio ya eso que no puede dejar de verse bajo ninguna circunstancia, provenga de donde provenga, porque ahora mismo se hacen series -algunas correctas-, en casi todas partes del mundo. En el tiempo invertido en apreciar cualquier temporada, pueden visualizarse seis o siete películas extraordinarias. Y este ha de aprovecharse.


Se ha llegado a un grado de saturación de la teleserie, no solo debido a las temporadas colgadas de un tirón por Netflix o a la fabricación de estas hasta por Facebook o Youtube; sino además al volumen productivo anual de las cadenas generalistas abiertas y las de cable. Si bien, por primera vez en la historia, las plataformas digitales han superado a estas últimas en EE.UU.

Solo en ese país, durante 2018 produjeron 495 series, récord histórico. De manera que el lector pueda poseer una idea del avance vertiginoso en este campo, indicar que en 2011 nada más estrenaron 266 títulos.

Ahora bien, el punto de trascendencia no estriba en la cantidad, sino en la calidad. Entre esas 495 series no hubo siquiera una realmente excepcional. Y de visión reglamentaria no pasan de contadas cinco (The Deuce, Better Call Saul, El cuento de la criada, Heridas abiertas y Succession, esta última recién estrenada en uno de los canales públicos cubanos).

Es la verdad, a pesar de la sobreestimación y esos a veces sospechosos encandilamientos mediáticos de comentaristas deslumbrados con cualquier nadería, quienes parecen desconocer la existencia de una historia del cine y la televisión, con obras maestras. Para ver, comparar y -por consecuencia-, callar.

7 comentarios:

  1. Creo que te faltó Hoause of cards, no obstante la ausencia de Kevin Spacey, The Americans, Homeland y Black Mirror, incluso la 2da temporada de Room 104, por solo citar algunas. Gracias a Dios, al universo o a lo que sea, que existen esas series, que si bien muchas son pura pacotilla, también hay obras de arte para pensar. Porque amigo la TV cubana es, en verdad, un desastre.

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  2. Estimada lectora: La última temporada de House of Cards, antes una serie apreciable, fue realmente ridícula. Homeland basculó de su seriedad inicial a adrenalina con barniz de respetabilidad. Room 104 es pura epatancia. Black Mirror, quizá dos de los seis capítulos, muy irregular y además aunque la fiche Netflix es inglesa, no estadounidense. The Americans, bien montada y actuada, no la digiero por su antiprogresismo de manual. En cuanto a la televisión cubana, Clara, tiene cosas negativas pero supera, en todos los flancos, a las del resto de América Latina y de los Estados Unidos. Gracias por su comentario.

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  3. Estimado bloguero crítico de series, yo no hablé de nacionalidad de las series sino en general las de habla inglesa, pues también puedo mencionar la alemana Dark, o la también alemana El perfume, entonces lo que ha escrito es únicamente su opinión personal, pq yo me reafirmo en que aún sin Kevin Spacey, a quien sí se le echó en falta bastante, supieron darle un final digno en la serie, en que Homeland ha sido muy buena en todas sus etapas y con actuaciones geniales. Room 104 alejada bastante de la primera temporada, en esta dio en el clavo con historias precisas, cortas pero de impacto, con el solo marco de una habitación, lo cual demuestra que cuando hay talento se hace y logra mucho y juzgar así la serie Black Mirror es casi una blasfemia pues es genial, y de Americans mantuvo un nivel insuperable, con actuaciones excelentes, y el suspenso requerido, lo de manual... bueno, la verdad, eso eso es criterio propio basado en la nada, como tantos adoctrinamientos manidos que hay. Y es denigrante comparar a la televisión cubana con las del resto de América Latina es denigrante para la propia televisión nuestra, porque a estas alturas de Revolución, educación, adelanto y progreso en nuestro país. se supone que, al menos, sea más cuerda y con valores más elevados, lo cual, logra muy pocas veces. Gracias Julio Martínez por aportar sus criterios de todos modos. Ah!! me olvidaba, aunque vi la serie completa Los Sopranos, para reirme de un mafioso singular con ataques de pánico, pero no a la hora de matar, esa sí que fue una serie más de mafia, exceptuando la excelente actuación del protagonista ya fallecido. No olvide esto: La TV Cubana está repleta de caminos trillados, poco originales y con mucho panfletismo y mucho de ese manual que habla. Gracias de nuevo.

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  4. Solo por curiosidad: porque "una blog"? la palabra blog es femenino? Saludos

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  5. Hola, Julio. Realmente no sé si echarme a reír o echarme a llorar con tu afirmación de que la TV cubana supera en todos los flancos a las de A. Latina y la de USA. Eres absoluto, lo cual demuestra tu ingenuidad, tu falta de información y tu egolatría. O los deseos de no buscarte un problema. Además, tu lenguaje es culterano, macarrónico y ampuloso. De todas formas, es loable que un joven cubano dedique su tiempo a escribir para un público, aunque logre o no lo que supongo es su objetivo. Saludos cordiales.

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  6. Hola, Perla. Ante esa duda que tú tienes, planteada a su vez en su día por el filósofo Spinoza, puedes hacerlo lo mismo que él: interpretar. La televisión cubana no solo es mejor, sino infinitamente mejor, que la porquería enlatada de América Latina y mucho mucho de la USA, sobre todo en el universo latino, que es la peor del mundo. Con lo de no buscarme problemas no sé qué quieres decir, pero cuanto está escrito en este mismo blog, en centenares de reseñas, refuta tu sospecha. Falta de información no, en realidad poseo tanta ahora mismo que me abruma. Egolatría: hablas con uno de los seres más sencillos de esta Isla. Si este lenguaje te parece culterano, Perlita, no sé qué lees, de verdad. Y muchas gracias por lo de joven. Ya paso de los 40 hace rato. Abrazos y gracias por tu lectura.

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  7. "De manera que el lector pueda poseer una idea del avance vertiginoso en este campo, indicar que en 2011 nada más estrenaron 266 títulos".
    Esto no es culterano...es mala redacción.

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