sábado, 14 de agosto de 2021

Los favoritos de Midas

 


La televisión cubana estrenó Los favoritos de Midas (2020), miniserie española de seis episodios bajo la égida de Netflix, presentada el pasado 13 de noviembre por dicha plataforma de streaming.

 

Si se tiene en cuenta el prontuario de la teleficción impulsada por la megacompañía estadounidense en la Península (ahí caben intrascendencias tales como Las chicas del cable, Alguien tiene que morir, Alta mar y Sky rojo, entre otras; o las menores aunque sobrevaloradas La casa da papel y Hache), podría pensarse que no es menester que el receptor se teja demasiadas expectativas ante el nuevo exponente de la casa de la N roja.

 

Lo cierto es que no demasiadas, pero tampoco pocas. Los favoritos de Midas forma parte de la franja más cuidada de Netflix/España, compuesta por dicho título junto a la previa -y de todas más redonda en resultados artísticos- El desorden que dejas y la posterior El inocente (2021), la de menor trascendencia de las tres de vanguardia.

 

Con esta última, Los favoritos de Midas comparte la premisa genérica del thriller urbano, la visualidad cinematográfica, el frenesí en el ritmo de la narración y la incorporación de actores de la primera línea de costa en España.

 

El gran Luis Tosar (Celda 211), intérprete tan escasamente proclive a la televisión como Leonardo DiCaprio en los Estados Unidos, asume para sorpresa del respetable el personaje central de la miniserie, que actualiza al Madrid de nuestros tiempos el relato corto The Minions of Midas, escrito por el narrador norteamericano Jack London hace justo 120 años y traducido al castellano por el escritor argentino Jorge Luis Borges bajo la denominación de Las muertes concéntricas.

 

Tosar es Víctor Genovés, alguien quien, no sin las ojerizas debidas, ya desde inicios del relato accede a la punta de la cadena alimenticia del conglomerado mediático Malvar. El magnate corporativo comienza a hacer su trabajo provisto de las mejores intenciones que pueda tener alguien de su especie; si bien ser blanco de una singular extorsión -de visos parientes en sus método/vía de solución con la afrontada por el personaje de Johnny Deep en el thriller A la hora señalada (Nick of Time, John Badham, 1995)- lo somete a dilemas morales, a debates de naturaleza interna, que atentan contra su actitud, ética y también su estabilidad emocional.

 

Dicha estabilidad la equilibra, como desequilibra, Mónica Báez (Marta Belmonte), reportera de su cabecera impresa principal, mujer de quien se enamora y a la cual Genovés deja barra libre para publicar un asunto, investigado en suelo sirio, a través de cuya exposición la pieza a todas luces pretende estar a tono con las demandas temáticas condicionadas del mercado internacional  de Netflix, porque en realidad ni le va ni le viene al relato.

 

Con todo, la química Tosar-Belmonte constituye una de las bazas de este trabajo enrumbado por la solvente dirección de Mateo Gil (colaborador de Alejandro Amenábar en guiones de sus filmes), uno de cuyos elementos distintivos resulta la distensión ubicua de su ambientación espacial. O sea, sabemos que transcurre en la capital española, pero o bien por lo globalizado del target de Netflix o bien por intención, ex profeso, del guion de Miguel Barros a cuatro manos con el propio Gil, el foco podría ser cualquier país europeo, también latino o norteamericano, blanco de estas protestas sociales de trasfondo. Y el grupo Malvar, con sus modus operandi y formas de “vender” su producto comunicativo, al margen de ciertas diferencias ideológicas de base, guarda evidentes vasos comunicantes con emporios mediáticos reales a la manera del ibérico PRISA, el colombiano Caracol (asumido por el primero) o el argentino Clarín. 

 

Los favoritos… no es Un rosto en la muchedumbre o Network, lo hace solo a manera de pinceladas, pero cuenta como valor añadido exponer algo de la podredumbre inherente a los medios de comunicación occidentales, al servicio de poderosas estructuras de poder.

 

De digna factura, composiciones actorales de mérito dentro de las cuales debe particularizarse la de Willy Toledo en el papel del investigador a cargo del chantaje a Genovés y la correcta asunción del registro del típico thriller de contrarreloj, esta nueva propuesta de la televisión cubana resulta una miniserie adictiva que invita a visualizarse de un tirón, como lo hizo el firmante, y cuyo abierto e inesperado desenlace, el cual quizá convenza a algunos o disguste a otros, por supuesto nos reservamos.

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