Oliver Stone, junto a Michael Moore uno de
los más socialmente comprometidos cineastas norteamericanos de las décadas más
recientes, estrenó en 2003 una visión cinematográfica sincera, honesta y eficaz
en torno a la figura de Fidel Castro.
Ese largometraje documental, titulado Comandante y puesto a consideración del
público mundial por primera vez en los festivales de cine del Sundance y de
Berlín trece años atrás, fue estructurado a partir de extensa sesión de
entrevistas con el líder de la Revolución Cubana por parte del director de J.F.K, Pelotón y Nacido el 4 de
Julio.
Según confesó en su momento el creador de La historia no contada de los Estados Unidos, no le resultó fácil
convencer a Fidel de acceder a su solicitud testimonial. Mediaron cartas y
otros oficios hasta que el mandatario cubano concedió treinta horas de su
tiempo para responder a Stone sobre los mil y un asuntos.
Oliver queda subyugado por la magnética
personalidad y la abarcadora cultura del dignatario cubano, aunque ello no
resultaría óbice para formarle preguntas de todo género -incómodas para alguien
que no fuera el interrogado-, las cuales el líder isleño respondería con la
soltura y eficacia a las que solía hacerle frente a este tipo de inquisitorias.
Comandante
es
una película que hurga en el personaje histórico, el político y el ser humano,
dada la variedad de resortes pulsados por su guionista y realizador.
En estos fotogramas, Fidel habla de
convicciones y principios, pero también de hobbies, amores, paternidades y
hasta de su carácter de abuelo. Incluso de su muerte: "Nunca me he
dedicado a la gloria, a pensar cómo quiero que me vean", consideró al
aludir a su deceso”.
"El día que expire, sea cual fuese la
razón, no pensaré que el destino ha llegado al fin a la hora de Cuba; aún
después de muerto creo hoy que el destino de Cuba es el destino de nuestra
causa, esto tal vez sea una prueba", le subrayó al cineasta nortamericano.
“Me impresionó su moral, su elegancia, sus
convicciones. Y eso que tiene una vida llena de problemas, no es fácil. Me
recuerda a Don Quijote”, expresó por su parte Stone de sus tres días de rodaje
junto al revolucionario.
Cuando la presentó en Berlín, el artista
estadounidense sostuvo: “El
embargo no tiene sentido. Esto lo pienso yo y muchos ciudadanos americanos.
Cuba no es un país enemigo de EEUU".
El largometraje documental posee, además, el
mérito de erigirse en lúcida mirada a gran parte de la historia del siglo XX, a
la cual está vinculada de forma irremisible, Cuba, su Revolución y su líder.
Prolija en su recurrencia archivera,
auspiciosa en su footage, la
producción de la cadena HBO es menos que una biopic testimonial, un gran fresco histórico compuesto de mosaicos,
de paisajes ineludibles de un siglo, donde trazos principales fueron pergeñados
por la inmarcesible impronta de Fidel Castro.
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