sábado, 22 de junio de 2019

Rubén Blades vuelve a verle la cola al tiburón


El panameño Rubén Blades, con más de cuatro décadas dentro del hoy día esquinado movimiento de la salsa y gestor de obras de peso dentro de la poética musical comprometida del continente a la manera de Buscando América, Desapariciones, Prohibido olvidar, Pablo pueblo, Plástico, País portátil o ese clásico denominado Tiburón (fortísimo alegato sonoro contra el imperio) vuelve por sus fueros de denuncia y reivindicaciones sociales.


Paraíso Road Gang (2019), el nuevo álbum del autor de Pedro Navaja presentado el 17 de mayo, es contentivo de un certero tema como Nación rica, nación pobre, el cual impugna las dobleces morales, arrogancia, orfandad ética y contradicciones del gobierno de EE.UU; así como su obsesión contra nuestra Isla: «A Cuba impone por ser comunista un bloqueo de anacronismo charlatán».

A líneas como la anterior se suman otras de esta guisa: «La nación más rica al mundo critica. Se auto eleva como ejemplo superior. Cuando se equivoca, pobre de la boca del que se atreva a denunciarla por su error. La nación más rica envía observadores a juzgar nuestro proceso electoral Y hoy, el resultado de sus elecciones es más triste que el de Haití o el Senegal».

Nación rica, nación pobre podría conformar perfectamente junto a las también imperdibles Born in the U.S.A, de Bruce Springteen; y This is America, de Childish Gambino, una trilogía musical sobre los dobles raseros de la política yanqui y el estercolero moral en que sumieron al gran país del norte estrategias gubernamentales que alentaron la desigualdad social, los cinturones de pobreza de ciudades industriales convertidas en fantasmas, el racismo, las drogas, el desarrollo de las pandillas y la violencia policial. 

En las crónicas vinculadas a la realidad de su flamante producción discográfica, Blades es muy crítico con la situación social de su país, calificada por él de desastrosa. A esa nación del istmo, de fuerte penetración extranjera y corrupción institucional generalizada le dedica cuatro de las pistas del trabajo, a saber El país, Panamá gris, La China Medina y No te calles, testimonios tanto de su decepción por el panorama nacional como de su exhortación a encaminar acciones colectivas en contra de tal escenario.

El contenido social de números semejantes se expresa en letras con la siguiente capacidad ilustrativa: «En mi tierra los ladrones usan corbatas de seda y desde plásticas mansiones se reparten lo que aún queda de pobrezas invisibles. En sus almas impermeables el dolor de otro es obsceno. Con su lógica infranqueable todo lo injustificable lo remiten a los cielos. Los domingos van a misa y en sus diarios se publican sus hipócritas sonrisas. Perdonados hipotecan lo que no les pertenece y se casan entre ellos para crear a nuevos dueños que serán amamantados por unos senos trigueños que jamás son consultados. En sus palabras de acero y en sus almas impermeables el que es pobre es responsable porque nació sin dinero. El dolor de otro es obsceno», perteneciente El país, el primero de los números referidos en el anterior párrafo.

En realidad, estas cuatro canciones sobrepasan el escenario panameño, en tanto reflejan las lamentables realidades de muchas zonas del subcontinente. De tal, son textos poéticos que remiten al radio mucho mayor de América Latina, con lo cual el álbum abre su perspectiva de comunicación desde una proyección ecumenista.

Es tranquilizador para los millones de receptores que crecimos escuchando y respetando la música de Rubén Blades la salida al mercado de un disco semejante; sobre todo luego de la muy  desacertada postura del artista sobre la situación en Venezuela.

Al respecto, sería útil recordar parte de las palabras que Silvio Rodríguez le escribiera en febrero pasado: «Venezuela es un país que ha venido sufriendo una progresiva asfixia económica, como Cuba, pero carga con la suerte-desgracia de tener una de las reservas petrolíferas más grandes del mundo; por esa razón los que acabaron con Irak, Libia y Siria van ahora a por ella. Para colmo los venezolanos se han atrevido a hacer tratos comerciales con China y con Rusia, cosa que evidentemente pone muy nervioso al tiburón».

Afortunadamente, en Paraíso Road Gang, el creador panameño le ha vuelto a divisar la cola a ese «tiburón que va buscando. Es el tiburón que nunca duerme. Es el tiburón que va acechando. Es el tiburón de mala suerte».

3 comentarios:

  1. Julio, me gustó mucho su artículo y me solidarizo totalmente con él. Soy un cubano nacido en 1955, residente en el exterior, a quien le gusta la obra de Blades, se puede decir que crecí dentro de ella. Más que todo me gusta porque sus letras son denuncia contra los males contemporáneos. No he tenido la oportunidad de escuchar Paraiso Road Gang, pero por sus palabras, y por ser de Blades, seguro vale la pena buscarlo. Muchas gracias y éxitos.

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  2. Edmundo, muchas gracias por su lectura y sus palabras.Le exhorto a que escuche el disco. Ya varios de los clips se encuentran en You Tube y el disco también lo puede descargar digital. Qué lo disfrute. Mis saludos desde Cuba.

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  3. Julio, lo que me sucede cuando te leo, es lo que me ha sucedido siempre con las canciones de Ruben, que con el paso del tiempo se vuelven en contra de los que el defendió alguna vez. Para muestra, un botón "Prohibido olvidar". Escúchala con calma y dime a quien le prohiben "reirse del chiste de su triste gobernar" a los que hablan del presidente de EU o a los que se ríen de los avestruces de Garcia Frías o de la falsedad de un presidente puesto?

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