En la tan abarcadora, como variopinta e irregularísima parrilla de series originales de Netflix hay una de inicios de 2018 titulada Siete segundos, drama social, policial y judicial con nula promoción por parte de la cadena, que es una de las gemas ocultas de la plataforma y la cual esta sección les propone visionar hoy, en tanto sugerencia hecha por nuestros propios lectores. Se encuentra al alcance de todos, gratis, en diversas páginas.
Es una tendencia cada vez más ostensible de la teleficción sajona actual la elongación de los capítulos, sin justificante dramática alguna, sobre las argucias estructurales de crear subtramas innecesarias tornadas a la larga en pura hojarasca dentro de relato, el empleo de los consabidos cliffhangers (momentos de máximo pico de tensión al cierre, de manera de procurar la atención para el próximo episodio) y la propensión a epatar en cada minuto, lección mal aprendida en este negocio desde los tiempos ya casi remotos de Prison Break. Así, entre tantos ejemplos recientes, alguien que cuando quiere llega a ser buenísimo, y cuando no puede malísimo, como Ryan Murphy (American Horror Story, 9.1.1) nos acaba de despedir su capítulo octavo y final de Ratched mediante una de las tomaduras de pelo más vergonzantes dadas al espectador en fecha próxima. En tal escenario se agradece sobremanera que un trabajo serial se respete y además haga lo mismo con su público, como resulta característico de Siete segundos.
El material cubre sin relleno y vale cada uno de diez episodios de cerca de una hora de duración configurados alrededor de un accidente, tornado en crimen de odio por la incidencia de policías corruptos y criminales de Jersey, en el cual pierde la vida Brendon Buttler, adolescente negro de quince años. Dicho hecho provoca un grado de conmoción social cuyas expresiones parecen premonición directa de los estallidos de 2020 derivados del asesinato del afro-estadounidense George Floyd por un policía, habida cuenta del realismo de las escenas y su semejanza con la realidad actual, pese a haber sido estrenada la serie en 2018. Aunque tampoco los realizadores y guionistas tuvieron que ser adivinos, porque la misma historia viene repitiéndose en los Estados Unidos del racismo sistémico por siglos ya. Además, habían sucedido previamente los hechos de Fergusson y Michael Brown.
Con tangencial punto de partida en una película rusa de 2013 y sin miedo a la existencia de obras locales superiores sobre tales temas como American Crime, donde también figura en el reparto como aquí la excepcional Regina King, la indo-canadiense Veena Sud (autora además de la alabada serie The Killing) compone una pieza sin concesiones emocionales, lejos de la fragmentación narrativa al uso y con una lógica aristotélica que le funciona de perlas a este trabajo hecho a cocción lenta y poblado de deliciosos personajes llenos de claroscuros, aunque ellos formen parte de la franja vinculada a la justicia.
Su concatenada sucesión de capítulos, asida a modélica administración de los tiempos y ciertos aires en visualidad y tonos referenciales a The Wire o The Shield, desencadena en el epílogo menos complaciente de la historia de la teleficción del siglo en curso. Por su divorcio total con las medias verdades o mentiras de esas series de trasfondo social con imposibles finales felices, dicha despedida, durísima por verídica, no debió gustarle a muchos en los Estados Unidos. La verdad en la cara molesta o duele. Y Siete segundos -cancelada al concluir su primera temporada-, la suelta con una sinceridad que crispa; no obstante lo manifiesto sea solamente el mero reflejo del atropello sistémico, también en el plano legal, del poder blanco, sajón y protestante de la nación, contra el pueblo afroamericano.
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