lunes, 7 de octubre de 2013

Phil Spector, según Mamet


Philip Harvey Spector, conocido en el mundo del espectáculo por Phil Spector, fue un significativo productor y compositor musical. Su relevancia en la historia de la discografía se asocia sobre todo con la primera de ambas parcelas, en tanto contribuyó a revolucionar el pop de la década de los ´60 y aupar la carrera de Los Beatles, Los Ramones, Tina Turner e innumerables músicos, varios de ellos afroamericanos. Este último detalle no es meramente referencial, sino ilustra el olfato del hombre para visibilizar y respaldar el extraordinario reservorio de la música negra en los Estados Unidos.

Fue Phil Spector un talentudo mecenas quien, sin embargo, se caracterizó por su carácter despótico. Aseguran los entendidos que tal tiranía la patentizaba mucho menos con consagrados como Los Beatles que con los músicos nuevos a los cuales apoyaba. Excentricidades de todo género, promiscuidad patológica, alcohol, drogas y violencia con las mujeres también fueron elementos que resumieron su personalidad.
Phil Spector, la película escrita y dirigida por David Mamet para la cadena de cable HBO, no es propiamente una biopic o biografía fílmica del productor, con la cual Spector soñó por décadas, siempre pensando en Al Pacino para representarlo. Se centra en el primer juicio entablado en su contra por el homicidio de la actriz de serie B y camarera Lana Clarkson, ocurrido en el apartamento de Spector en 2003.
Gracias a la labor titánica en el estrado de su abogada de la defensa, Linda Kenney Baden, quien tuvo mucho éxito en sembrar la duda razonable sobre el asesinato entre los miembros del jurado, Spector salió absuelto de dicho proceso legal inicial, efectuado en 2007. No obstante, un posterior juicio realizado dos años más tarde, lo calificó de culpable y hoy guarda prisión en una cárcel de California, en condena de 19 años.
Linda no pudo defenderlo en la corte durante esta segunda ocasión, por razones de enfermedad. La leguleya es incorporada en el filme estrenado en Cuba por la excepcional actriz británica Helen Mirren. A Spector lo asume, como lo quiso él, el estadounidense Al Pacino, quien ya ha prestado sus servicios para HBO en otras cintas de este corte.
Ni la intención ni la concreción de la película son plausibles. Lo primero porque Mamet escribe un libreto en resuelto e irracional apoyo de una persona cuyo crimen fue probado en los tribunales, con hechos tangibles, y el veredicto no fue impugnado por ninguna tendencia política en los Estados Unidos, dado lo irrefutable de dichas pruebas. Quien vea su filme saldrá convencido que Phil Spector ni siquiera tocó a la jovencita; pero además con mucha más empatía que desdén hacia esta personalidad ambivalente, capaz de lo mejor y lo peor.
En términos artísticos, Phil Spector es la peor segunda película de la filmografía de un otrora prestigioso realizador como Mamet, tras su infame Cinturón rojo. Crujen las tablas del nuevo dispositivo fílmico de este director en proceso de franca picada, en tanto no estamos solo ante una película totalmente hagiográfica en la cual el realizador no oculta las simpatías confesas por el personaje, sino que además la rueda de manera muy plana, teatral, desprovista de resortes cinematográficos que dinamicen su desarrollo.
Hasta en la recreación de ambiente, terreno donde casi nunca fallan ni HBO ni Mamet, se resiente, en tanto la filmación del largometraje en este Nueva York glacial poca relación guarda con la calurosa y polícroma Los Ángeles, donde sucedieron los hechos reales.
La indefinición de su personaje, la falta de elementos que lo configuren en tanto ser humano más allá del contexto del juicio, determina que una actriz soberbia como la Mirren no tenga a que palo asirse para levantar su abogada de la defensa. En tal sentido, usa y abusa de pañuelos, mohínes y toses que evidencien la enfermedad en camino del personaje.
Pacino parece un payaso lleno de pelucas, siempre entre la caricatura y el subrayado excesivo. Pese a todo, la grandeza de ambos garantiza momentos para agradecer. No todos los días pueden apreciarse a dos actores de su peso en un mismo elenco.  Pero el realizador, en su afán a ultranza por pintar de santo a al personaje central, los desaprovecha a ambos. Lastimosa Phil Spector, la película, y lastimoso el actual estado creativo del realizador, dramaturgo y escritor David Mamet.
 



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