Extenso plano-secuencia,
filmado según el planteo más contemporáneo del cine o la teleficción
occidentales, pone en movimiento la contundente maquinaria de ignición
dramática de Nader y Simin, una
separación (Asghar Farhadi, 2011), a exhibirse este domingo en el espacio televisivo Grandes éxitos de La Séptima Puerta. La pareja protagónica que da nombre al
filme -de treintitantos, apuesta, clase media, buen apartamento, auto moderno-
habla directa y frontalmente a un juez elidido en pantalla (verbalizan por ende
a cámara, al espectador) sobre su divorcio. Discuten, enarbolan puntos de
vista. Ella, en presunción, desea abandonar el país. Él no puede, porque debe
cuidar al viejo padre, enfermo de Alzheimer. Cada quien, sin embargo, se
reserva argumentos; oculta profundas verdades personales. Emergidas, o casi, a
su momento. Bien adelantado el relato, sabremos, en voz de la hija de ambos,
que Simin, por arriba de cualquier interés, anhela sobre todo un “por favor,
quédate junto a mí” del hombre a cuyo lado ha vivido por espacio de catorce
años; no obstante, este, aun queriéndola, es incapaz de decírselo. Somos así:
lo mismo sea en Irán, Singapur u Holguín. El director, en ningún caso, afinca
simpatías sobre una u otra criatura. Ni reconviene ni señala; limítase a
exponer. Será igual, en ambos ítems, durante la película toda: sometida la
historia a una lógica de suministración informativa progresiva, con arreglo al
interés expresivo de la escena o el perfilado psicológico de los mencionados
personajes; exenta de juicios morales o posicionamientos críticos sobre Nader y
Simin (partido deberá tomar, si acaso, el narratario) ni sobre otros dos nuevos
personajes quienes inundarán la escena al promediar el metraje.