Acabo
de visionar el cuarto episodio de Heartbeat
(NBC, 2016), otra serie de médicos, que en Estados Unidos son tan comunes como
las de policías y abogados. Ahora bien, solo que para salga una Nurse Jackie, una The Wire y una The Good Wife,
debemos haber deglutido antes decenas de experiencias insulsas, cuyo carácter
repetitivo induce a apreciarlas en piloto automático.
Hearbeat, sabiéndolo,
intenta apartarse algo de la línea, al introducir algunos elementos de comedia
al libreto, los cuales en cierta medida lo descondensan y aportan un punto de
interés a su seguimiento, que en mi caso -la verdad nos hará libres- no es por
eso, sino por ver la belleza de ese refrescador de pantalla que es la actriz
Melissa George.
Su
personaje está basado en la vida hospitalaria y extrahospitalaria de la doctora
Kathy Magliato, un as local de los trasplantes de corazón, cuyas hazañas en el
quirófano y su éxito profesional quedaron recogidos en el volumen
autobiográfico Heart Matters: A Memoir of a Female Heart
Surgeon.
La
versión televisiva de la Magliato es la doctora Alex Pantierre, incorporada por
la George. Ella vive para su trabajo, llora por un caso raro y (aunque sin la
estulticia típica de personajes de Anatomía
de Grey y sus constantes devaneos lúbrico-románticos) se debate en el plano
amoroso entre dos amores, como José José y buena parte de los culebrones: a la
larga cuanto es Heartbeat, un
lustroso culebrón médico embadurnado de cotas de hilaridad y un colirio en el
protagónico, nada más.
Parece
que hasta en NBC se han dado cuenta, porque su renovación está en el aire.
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