Si el guionista de Seven,
Andrew Kevin Walker; un dómine de la luz como el maestro de fotografía mexicano
Enmanuel Lubezki; y el eterno amigo del realizador, ese demonio del sonido llamado
Danny Elfman, son convocados por Tim Burton, iconoclasta reacomodador del
rasero con que medir odios y amores, cuitas y revelaciones en la tierra de
nadie que media entre Lucifer y la
Luz, hemos de prepararnos para una película fabulosa. La leyenda del jinete sin cabeza (Sleepy Hollows, 1999) lo es.
Esta fábula terrorífico-fantástica-romántica viene a ser un
atrapador temporal de los ecos de un cine donde la racionalidad casi siempre
tuvo que rendirle pleitesía al asombro, la sinrazón y el misterio proveniente
de lo inescrutable.