El patriarcado logró sobrevivir, y dominar aun, gracias a la ignorancia impuesta, los sistemas políticos, la religión, un núcleo ancestral de costumbres encaminados a confiar los poderes económicos a los hombres, el consiguiente machismo, los postulados conservadores difundidos por disímiles vías y ¡los medios¡.
Gran parte
de responsabilidad, hoy día, le atañe a la industria musical. Un video clip de
Daddy Yankee es más nocivo o tóxico que el tristemente célebre libro Cásate y sé sumisa (2013), de la
italiana Constanza Mariano, todo un escándalo en Europa pero convertido no
obstante en superventas, en el cual la autora plantea ideas como estas: “Comprobarás,
te lo puedo asegurar, que un hombre no se puede resistir a una mujer que lo
respeta, que reconoce su autoridad, que se esfuerza lealmente en escucharlo, en
dejar a un lado su propio modo de ver las cosas, que se muerde la lengua, que
acepta por amor recorrer caminos muy distintos a los que ella hubiera elegido
de estar sola”.
Igual culpa la tiene la producción televisiva. Transcurridos ¡105¡ años después que Clara Zetkin
proyectase un futuro de dignidad para el sexo femenino, en la II Conferencia de Mujeres
Socialistas, de Dinamarca, las productoras regionales -las cadenas mexicanas al
mando, en la franja más soez de dicho quehacer- continúan la fabricación en
serie de telenovelas cuyo ritornello argumental
es la “caza” de un buen partido masculino. A esos abominables culebrones
latinoamericanos se suman en medio de la -en términos de pensamiento-
involutiva época del reality,
exponentes como Nuestra Belleza Latina
(NBL): concurso de Univisión
-principal cadena televisiva en español de EUA-, cuya novena temporada siguen ahora mismo (vía memorias o
discos agenciados merced al sacrosanto “paquete” semanal) decenas de miles de
personas, sobre todo mujeres, en la culta Cuba, donde tanto se ha hecho por
defenderlas y concederles el papel que les corresponde.
El
espectáculo tiene su cuartel general en Miami, algo en verdad nada fortuito.
Cual con razón sostiene el filósofo Fernando Buen Abad Domínguez “a
diferencia de otras farándulas,
la de Miami es tributaria de una tradición golpista cultivada a la sombra de
los peores intereses comerciales y criminales, de las peores mafias que la
historia yanqui ha hospedado y prohijado. Su Alma Mater monetaria sostiene maridajes ideológicos con la moral
burguesa de la hipocresía, de la doble moral, de la traición, del crimen
organizado, de la prostitución y de todo lo que el capitalismo es capaz de
infectar en su carrera demencial por acumular riquezas y humillar a la mayoría
de los seres humanos. Y se exhiben sin pudor en los medios que la burguesía les
presta.
“La industria del entretenimiento más grande del mundo está
en EEUU, y (…) generó un beneficio de unos 726 mil millones de dólares en 2013. Y cuanto más se acerquen a esa cifra los
“famosos” de Miami, más poder acumulan para ponerlo a los pies del imperio que
les provee casa, nacionalidad e identidad en el reino de los mercachifles. Para
acercarse, lo más que puedan a las cifras mayores, son capaces de vender a su
mismísima progenie si alguien les prometiera aplausos en las cloacas de la
estulticia. (…) Esta es una forma de explicar por qué, tarde o temprano, en
vivo o a distancia, todos van a parar a Miami, con las mismas empresas
disqueras, televisivas, radiofónicas y editoriales. Eso explica por qué todos
están montados en el mismo tipo de espectáculos (repetitivos hasta la náusea) el
mismo tipo de música, canciones, temas y mercadotecnia. Eso explica por qué
todos distribuyen igual, piensan igual, se visten igual y comparten la misma,
milimétrica mediocridad servil. Se han convertido en una costra tóxica de la
industria cultural de masas plagada por parásitos que gritan, desde su
uniformidad mercantil, que son cada uno originales, distintos y únicos seres
tocados por la mano de dios. Y chantajean a los pueblos de mil maneras. No
importa cómo se llamen, cómo se disfracen ni qué argucias inventen… hasta su
mejor faceta humana esta intoxicada por la moral de mercachifles, incluida la
misión publicitaria de dar limosnas, hacerse pasar por buenas personas o
acariciar a los niños huérfanos.. En Miami tiene asiento la farándula más
denigrante, que es antología del horror burgués y que se ha vuelto, cada día,
más cínica mientras se exhibe en nombre del arte, la cultura y el
“entretenimiento”. Una verdadera aberración (…)”, dice Buen Abad.
Durante la temporada
al aire de NBL, Maybelline, Colgate,
Optic Whitey Subway u otros patrocinadores se llenarán los bolsillos con el
gran negociazo (millones por publicidad) que es este clásico show falocentrista
en busca de la mujer florero, en el cual se escara la autoestima de ellas
debido a la humillante preceptiva que las sitúa como excluibles sino se adecuan
a los cánones o ideales fabricados por el mercado para sí; donde incentivan “el
racismo, el machismo, el erotismo manipulador, la competitividad darwiniana
exagerada, el miedo e inseguridad y otros mensajes que la literatura científica
ha mostrado claramente que crean gran número de patologías”, para decirlo con
las justas palabras de Vicenç Navarro, catedrático de Políticas Públicas de la Universidad Pompeu
Fabra y profesor de Public Policy en The Johns Hopkins University.
La plataforma
ideológica del programa es sórdidamente clara, tanto que asusta. La definió uno
de sus jurados, Osmel Souza (persona repudiable donde las haya) a The New York Times: “Yo digo que la
belleza interior no existe. Esos son temas que inventaron las no bonitas para
justificarse”.
Literalmente de un plumazo el ridículo bicharraco se pasó
por la piedra un concepto basal relativo a lo filosófico, lo ontológico y,
sobre todo, a la sensibilidad humana. ¡Saint Exúpery, te ha corregido, alguien
quien llama gordas, feas, descaradas o poco talentosas a las concursantes¡
Por supuesto, no puede ser otro el cuerpo ideológico del
programa. En esta mamarrachada (telebasura paradigma de enajenación, frivolidad
e intrascendencia artística absoluta, la cual le copia bastante a los concursos
de Miss Mundo u otros) están buscando, santificando, vendiendo el prototipo
ultraviciado de belleza burguesa, de la mascota domesticada que “adorna” esa
consabida casa de muñecas (pobre Ibsen, ¿para qué te adelantaste a tu tiempo,
si se continúan produciendo aberraciones como estas?
Las mujercitas “cultivadas” del tristemente célebre reality de Univisión, quienes se pasean
en cámara como si estuvieran en una feria ganadera, deben poseer una levísima
pátina de conocimientos sobre insignificancias; de manera que no luzcan mal
cuando sus maridos ricos las presenten en sociedad. El espacio viene siendo el
correlato del galán rico en la reaccionaria telenovela latinoamericana. O sea,
el redentor, el salvador, quien les permitirá a ellas sus gustos y les
conseguirá regalos si se atienen a dos elementos fundamentales: tener un buen
trasero, saber donde se ponen los cubiertos en la mesa y poseer tacto para
menear el rabito en premio a su opulencia regalada o conquistada a base de
ostentar las virtudes menos perdurables, para demostrar su alegría, su
agradecimiento. Son la versión humana de Hachiko, aquel perrito que esperaba
cada día a Richard Gere en la estación, en el largometraje homónimo.
En los culebrones de Telemundo Cenicienta entrega el pie al
príncipe de turno; mientras que en NBL lo
entrega al carruaje (el automóvil y billete con que premian a la nicaragüense,
venezolana o salvadoreña ganadora; mientras millones de sus mismas edades pasan
hambre, se prostituyen o mueren al intentar llegar al norte de México a bordo
de La Bestia,
el tren de Caronte. Tan anacrónico,
falaz y manipulador que da ganas de vomitar.
El imperialismo mental roba y tergiversa el sentido de los
nombres. NUESTRA BELLEZA LATINA, la verdadera y no la manipulada en el set de NBL en La Florida,
está en el gigantesco reservorio de riquezas y tradiciones del continente, en
la historia de mujeres como Manuelita Sáenz y Mariana Grajales, en las doctoras
cubanas en Brasil, en las fabulosas intérpretes que cantan en el himno de lucha
Latinoamérica de Calle 13, en las que
lucharon en las calles caraqueñas contra la revuelta financiada y preparada por
Washington contra la
Revolución Bolivariana, en las Madres de Plaza de Mayo.
NUESTRA (VERDADERA) BELLEZA LATINA se encuentra en la poesía
de Gabriela Mistral, el canto inmenso de Violeta Parra, la voz de viento triste
de Chavela Vargas, las letras de Dulce María Loynaz, un bolero de Miriam Ramos,
el brazo de María Caridad Colón, las mujeres guerrilleras de los frentes de
liberación, las decenas de millones de centro y suramericanas que luchan día a
día por llevarles un bocado de comida a sus hijos. Es esa la auténtica; y no un
producto de fórmula preparado por los estrategas del mercado para mcdonalizar al sexo femenino.
Espacios como NBL -o análogos existentes en todo el
planeta-, han conducido a innumerables casos de depresión y suicidio de
muchachas (“gente descartable”, les llaman) desesperanzadas porque sus
conformaciones anatómicas no forman parte de cuanto se entiende y preconiza
como “lo ideal”, es decir los conocidos estereotipos de belleza beatificados.
Amén de proyectar
una imagen de mujer despersonalizada, sin más identidad que carnes voluptuosas
puestas al servicio de otros, como parte de un proceso de cosificación que las
termina reduciendo y mostrándolas dependientes y vulnerables a la aprobación
ajena, programas de este tipo juegan de forma miserable y cruel con la mentira
embellecida, con las falsas ilusiones. Lo resumen bien el pensador español
Antonio Fernández Vicente en su ensayo Caridad
y envidia televisadas: “Pensemos por ejemplo en esos concursos
eliminatorios como La Voz
o Tú sí que vales. El formato es siempre el mismo. Para dejar de ser un
don nadie, para SER, obtén el reconocimiento público a través de la adaptación
a unas reglas del juego excluyentes por principio. Luchando unos contra otros y
siendo evaluados, desechados para siempre. Unos pocos triunfarán y los demás
continuarán instalados en la miseria”.
Gabriel Lerner, editor del sitio HispanicLA, consideró en artículo sobre NBL que “calificar y evaluar a las chicas por besos a un sapo,
meterse en una nevera, escalar paredes y modelar sobre una estera en movimiento
serían formidables para aspirantes a trabajar en un circo, o como bomberos. Eso
nada tiene que ver con un concurso de belleza femenina. No tiene ningún sentido
y además raya en la ridiculez. Lo peor es que quienes pasan estas pruebas de
habilidades circenses luego no pueden señalar en un mapa la ubicación de su
propio país”.
Penoso programa,
pobre tele, tristes pautas, dolorosos resultados.
Menos mal que hay voces que contradicen con buenos argumentos la podredumbre de los conceptos burgueses de belleza. Y no sorprende que sea una voz cubana.
ResponderEliminarGracias, un saludo.
ResponderEliminarSaludos, no coincido. son buenos programas de entretenimiento. Y del premio lo nuestro en su ultima edición, t el show de los Oscar de anoche domingo? fabulosos!
ResponderEliminarEl problema de este artículo es que solamente enfoca a Miami. ¿Y que me cuentas sobre una peor mafia que la de Miami? La mafia Rusa, creada por ellos mismos despues del colapso del mundo sovietico tambièn producido por ellos mismos? Peor que NBL es el trafico humano de esclavas que esta mafia controla mundialmente. Por lo menos las concursantes de NBL lo hacen voluntariamente. Por desagradable, pesado, arrogante y otras cosas màs que sea el "Sr:" Osmel, el no obliga a ninguna de esas mujeres ha nada. Esas mujeres de NBL tampoco son pobres angeles, ellas saben muy bien en que se meten. Las mujeres traficadas por la mafia rusa no tienen ninguna opciòn y legalmente ni existen porque no tienen ninguna idenficaciòn. Usted menciona mujeres luchadoras como las mujeres de plaza de mayo y otros ejemplos, pero tiene que comprender que tanto el hombre como la mujer funciona en muchos niveles al mismo tiempo. La mujer naturalmente quiere ser bella y esto no es nada malo. Durante le segunda guerral mundial, las unicas mujeres fracotiradoras eran Sovieticas y acabaron con miles de Nazis. Estas mujeres de coraje lucharon en el campo de batalla, pero nunca olvidaron el creyòn de labio. Acerca de Costanza Miriani, su libro es una reflexiòn de la confusion actual que existe entre parejas a nivel mundial. Y como si fuera poco, ahora se agrega el tema del matrimonio homosexual que no importa si lo respaldas o no, sin duda agrega un peso extra a la problematica social del mundo. En resumen, en un mar de confusion muchos como Costanza Miriani prefieren seguir a los conceptos establecidos por la ìglesia catòlica de siempre como un bastiòn fuerte en que apoyarse. Ella solamente tiene su opinion al respecto y aunque no tenga la razòn, hay algo en el ambiente que su sensibilidad recoje. Por ejemplo, porque es que una novela como 50 Grados de Gris ha barrido por el mundo? Esto no es un producto de Osmel (ya quisiera el) o Miami, o de sistema. Esta novela de E.L. James ha tenido tremendo exito tanto en escandinavia, que tiene el feminismo màs avanzado en el mundo, como en China. Por lo tanto no es de sosprender que Costanza Miriani escriba un libro, aunque no erotico como 50 Grados, cuyo subjeto es la sumision femenina. El mundo es demasiado complejo y bastante esquizoide y la sexualidad es un tema complejo que mas bien obedece a nuestra quimicas en el cerebo que a un ìdeal politico
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