La guerra y la paz (BBC, 2016), miniserie de seis
capítulos exhibida por la televisión cubana, resulta el enésimo trasunto
audiovisual del opus magno surgido de la bestial genialidad de León Tolstoi.
No habremos
de caer aquí en el huero lugar común de comparar a la serie británica con la
fabulosa novela-río del escritor ruso. No tiene caso. Solo valorar, per se, el
esfuerzo de los ingleses por establecer una aproximación bien redondeada a su
espíritu.
Críticos del
Reino Unido le censuraron que no hablen en ruso y el continente demasiado
sajón. Los rusos por su parte montaron en cólera debido a las -en verdad
escasas- escenas de sexo, algo estúpido a estas alturas. Konsomolskia Pravda impugnó una relación incestuosa no aparecida en
el clásico.
No ha lugar ni para Londres ni para Moscú. Es cierto que en el
empaque formal de la serie se advierte el famoso toque “british” y el punto de
“qualité” de la BBC. No obstante, no es óbice, sino incluso diría que hasta
elemento casi indispensable en este caso en pos de consumar tal acercamiento
académico a un material literario ante el cual precisa mantenerse sumo cuidado.
En la línea
de cuidado y respeto de las producciones históricas de la BBC, la mesura del
creador Andrew Davies no debe interpretarse como pacatería o miedo, sino como
prudencia. En realidad le va bien, adaptando cuando adapta. Las versiones
televisivas de La guerra y la paz devienen tan solo proposiciones a leer esa
excelsitud de la literatura publicada en 1869; imposible pedirles más. La de
marras, expedita y eficaz en su gestión narrativa, es puente de aproximación al
universo tolstoiano. Cumple su función, pésele a tirios y troyanos.
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